Podemos es, además, un retoño del gran
capital venezolano sustentado en los petrodólares, del chavismo. Iglesias
presume de renunciar a no se sabe qué subsidios de la UE pero debería explicar,
por ejemplo, las relaciones que mantiene con la multinacional privada chavista
Banesco, que posee unos activos de 17.300 millones de euros y que hace unos
meses adquirió al Estado español Novagalicia por 1.003 millones. El chavismo es
un proyecto para relanzar el gran capitalismo venezolano, lo que incluye su
mundialización. Y como parte de él está, también, Podemos.
Éste no
denuncia la represión que las clases trabajadoras están padeciendo ahora en Venezuela
a cargo del gobierno chavista, con cientos de detenidos y torturados, y decenas
de muertos por la policía y los grupos parapoliciales. Esto significa que
cuando la formación de Iglesias llegue aquí al gobierno hará lo que ahora avala
con su silencio en Venezuela, lanzar a la policía contra el pueblo, organizar
bandas de extrema derecha, encarcelar y dar muerte, por no hablar de torturar,
asunto este último del todo intolerable.
Pasma hasta dónde están llevando quienes manejan a Podemos (que es sólo un instrumento de
las elites del poder) el caudillismo y el culto a la personalidad de Iglesias.
La propaganda televisiva pretende venderlo como “líder carismático”, cuando en
realidad estamos ante un mediocre. Quienes financian la operación quieren hacer
de él un nuevo Chávez o, cuando menos un nuevo Felipe González. En esa
desmesura se manifiesta también el uso temible que el actual sistema de poder
desea hacer de Iglesias en el futuro inmediato. La cosa es todavía más
inquietante al recordar que “¡Sí, Podemos!”
fue la consigna de lanzamiento de Obama, tan represivo, militarista y
violento que ha superado incluso a Bush.
El PSOE y Felipe González fueron usados por el
sistema de dominación para pacificar la sociedad. La resistencia heredada de la
lucha contra el franquismo era tan poderosa que había que liquidarla acudiendo
a todos los medios. No fue sólo la represión sino también las drogas, el
alcoholismo, la manipulación mental, las operaciones de ingeniería social, la
desintegración de la persona, la desespiritualización, el final de toda vida
cultural digna de tal nombre, la instauración del caudillismo felipista, el
sexismo, la integración en la OTAN, el uso habitual de la tortura, sobre todo
en el País Vasco, y además el GAL. Este grupo criminal de extrema derecha fue
creado precisamente bajo el poder de la izquierda. Cuando en 1996 González
abandonó el gobierno tras 14 años la tarea que la clase empresarial, los cuerpos
de los altos funcionarios de los ministerios y el ejército le habían
encomendado estaba cumplida.
Desde el final del franquismo en España todo se ha
hecho con políticas de izquierda, aplicadas por la izquierda y por la derecha.
Hoy el gobierno del PP presidido por M. Rajoy utiliza, en muchos asuntos,
políticas de izquierda, dado que éstas son las más adecuadas a los intereses
fundamentales del sistema. La derecha, muy anticuada en lo ideológico y doctrinal, no puede ni desea
realizar sus formulaciones en las condiciones actuales. Y para tareas muy
complejas y decisivas el gran capital español necesita de políticas de
izquierdas aplicadas por formaciones de izquierda. La izquierda es hoy la
expresión más eficaz de la derecha. Por eso le urge tener una izquierda nueva,
no desgastada como el PSOE y libre de sangrientas hipotecas históricas, en el
caso de PCE-IU. De ahí la creación mercadotécnica y televisiva de Podemos.
Ésta, que nunca cita la libertad de conciencia como
prerrogativa fundamental del ser humano en tanto que humano, se propone crear
la sociedad del adoctrinamiento y la propaganda, a fin de ponernos de rodillas
delante de las religiones políticas. En la sinrazón de su politicismo no hay
sitio para la reflexión, sólo para las consignas, que se hacen anatemas y sambenitos
con los que intimidar y amordazar.
Sus jefes son ese tipo de sujetos denostados por
Orwell en cuyos cerebros sólo hay sitio para los lemas propagandísticos. Éstos,
las religiones políticas y la ingeniera social serán omnipresentes si ganan las
elecciones. Con ello las actividades del entendimiento se desmoronarán ya del
todo, convirtiéndonos en brutos incapaces de pensar y asombrosamente ignorantes.
Hoy la situación es diferente a la de los tiempos
del felipismo. La sociedad está, infortunadamente, muy bien pacificada. Los
problemas son otros.
Del análisis de la situación se desprende que Podemos está siendo creado y lanzado para
cumplir sobre todo tres objetivos: 1) reafirmar el régimen parlamentarista, 2)
remozar el sistema partitocrático, 3) implantar el modelo capitalista chino en
la economía.
Iglesias arguye que el régimen actual, de dictadura
constitucional, partitocrática y parlamentarista es una “democracia”. Así defiende
y reafirma dicha dictadura en un momento en que está en crisis. La loa del
parlamentarismo es lo que unifica a todas las formas de reacción, a todas las
fuerzas anti-revolucionarias, de derecha e izquierda, monárquicas y
republicanas. No, el sistema actual no es una democracia, dado que ésta
únicamente existe cuando el pueblo participa en la totalidad de la vida
política a través de un orden asambleario. Simplificando algo se puede sostener
que el jefe del Podemos satura los
programa televisivos precisamente por eso, por afirmar que el parlamentarismo
es “democracia”, pues nadie que lo llame por su nombre, dictadura política,
aparecerá jamás en la caja tonta.
No menos en declive está la partitocracia. Podemos existe para remozarla, para
apuntar que la vieja casta es terrible, una maldición, pero que la nueva casta,
ellos mismos, es maravillosa, aunque no se logre encontrar diferencias reales
entre una y otra. Iglesias es un político profesional como cualquier otro,
ducho en las marrullerías, astucias, tretas y malas artes de éstos. Olvida
decir que en una democracia no hay políticos de oficio, no hay ni casta ni
neo-casta, no existen sujetos como él.
La depresión económica en curso, que dura ya seis
años, no es un desajuste más del capitalismo que la misma dinámica de éste
auto-supera. Aunque inicialmente tuvo algo de crisis cíclica de sobreproducción
su etiología es otra, la decadencia de Europa occidental como gran potencia,
por el auge de las nuevas grandes formaciones neo-imperiales, China en primer
lugar. Eso hace que la creciente pobreza, el elevado paro, la falta de
oportunidades de inversión, la descapitalización, las dificultades para
incrementar los ingresos fiscales del Estado, la quiebra tendencial del Estado
de bienestar, la entrega de unidades productivas una tras otra el capital extranjero,
entre otros acaecimientos, no tengan un remedio fácil.
El gran capitalismo español, y el europeo, tienen
que tomar medidas, pues hasta ahora han sido activos, según sus intereses, de
manera rutinaria y muy insuficiente. Su objetivo es una reformulación decisiva de
la economía cuyo centro será una nueva industrialización basada en salarios
escasos, condiciones laborales penosas e interminables jornadas de trabajo, con
fuertes recortes de derechos, reducción notoria de las prestaciones del Estado
de bienestar (aunque no de las cotizaciones, que probablemente serán
incrementadas), aumento de la tributación fiscal, sobreexplotación de las
mujeres y otras medidas similares.
Un proyecto así sólo puede realizarlo la izquierda,
pero no la actual sino una nueva. Sin ir más lejos, en Francia ha sido el
gobierno de la izquierda ahora en el poder quien ha implementado una severa
política de austeridad, que es sólo el comienzo.
(Continuará)
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