lunes, 7 de julio de 2014

La tortura y los insolidarios


Que digo yo que hay muchos bocazas que se la pasan protestando de todo y luego, cuando se necesitan firmas para defender una causa justa, no tienen gracia ni para dar un click en internet, al objeto de sumar firmas para intentar salvar la vida a una chavala musulmana a la que los mierdas de machos de su localidad han sorprendido tomándose una cerveza a escondidas.

Yo no sé si decir que es más hijo de puta el que va con el chivatazo a las autoridades, el que levanta la mano para asestar 100 latigazos a esa pobre chavala o el bocazas que se queja de todo pero no es capaz de mover un dedo, uno cualquiera, para firmar una protesta de 200000 personas del mundo dirigida a las autoridades correspondientes para que no cometan tamaña barbaridad.
Hablamos también del sangrante caso de las torturas y los torturados, que por más que quieran muchos, ese es un capítulo abominable contra el que todas las personas de buena fe deberíamos luchar en la medida de nuestras fuerzas, aunque como digo bastaría con dar un click con un dedo cualquiera cuando alguna asociación internacional se tome la molestia de mover ese tema.
Amnistía Internacional ha denunciado durante estos días pasados que la tortura sigue vigente en 141 países y que gobiernos de todas las latitudes han incumplido sus promesas de evitar y castigar esa práctica absolutamente inaceptable. En 1984 tuvo lugar la Convención Contra la Tortura de la ONU. De poco ha servido. 30 años después la tortura está ahí, utilizando 27 métodos diferentes. O sea, las posiciones en tensión, las técnicas de privación del sueño o las descargas eléctricas en los genitales, empleadas contra sospechosos de crímenes, disidentes o rivales políticos, que es lo que dice el informe de la AI.
Este se centra en algunos países de manera especial. Por ejemplo en México, donde a pesar de que su Gobierno declare que la tortura es la excepción y no la norma, los abusos cometidos por la policía y las fuerzas de seguridad están extendidos y quedan por lo general en la impunidad. Los otros 5 países puestos como ejemplo de lo que no se debe hacer son Marruecos, Sahara Occidental, Filipinas, Nigeria y Uzbekistán.
En muchas ocasiones los torturados acaban confesando su culpa para no tener que seguir padeciendo torturas insoportables. Por supuesto, esto incluye a los torturados inocentes. Claro que algún país teóricamente civilizado que alardea de sus libertades, jamás ha dejado de practicar la tortura, por ejemplo la tristemente célebre bañera, Waterboarding, una técnica mejorada de interrogatorio a decir de las autoridades que consienten e incluso animan a cometer estas barbaridades. Es de sobra conocida esta por su utilización por el ejército estadounidense en Irak, Afganistán o Guantánamo.
Lo dicho, que la tortura está ahí, que es una enorme lacra de la humanidad, que el terrorismo lo emplean de una u otra forma 141 gobiernos en el mundo, que denuncias hay de sobra y que, en lugar de quejarnos tanto de lo mal que está todo, podríamos empezar a colaborar, por aquello de que nunca es tarde, con las organizaciones que trabajan en el mundo, para que haya un poco más de justicia en el mundo. Que mirar para otro lado, mientras se babea y se asegura con gesto de mala leche que no hay nada que hacer y que todo va a seguir siempre igual, es una feísima e insolidaria forma de echar una mano a nuestros congéneres. O, mejor dicho, de no echarla.
Con un solo click que es gratis, basta, camaradas, que la comodidad de no hacerlo a la larga nos va a costar muy cara. Al tiempo.

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