A nada que lo pienses, te das cuenta de que este país rico, no tiene
posibilidad alguna de salir adelante porque hay una serie de colectivos
que actúan como sanguijuelas, impidiendo que el mismo haga una vida
normal.
El país entero no está abriendo los ojos, pero cada día resulta más
difícil encontrar a una sola persona que mantenga una buena opinión
sobre los políticos, a no ser que sea parte interesada porque le han
enchufado en algún puesto, señalándolo a dedo. Ese descrédito estos
personajes que se sirven a sí mismos en lugar de servir al pueblo, se lo
han ganado a pulso durante los últimos tiempos.
Hemos perdonado muchas cosas a los políticos de la democracia española,
hasta que ya nos hemos cansado de aguantar sus mentiras y sus
corruptelas. Cada día tenemos noticia de nuevos casos que tiran por
tierra esa honorabilidad de la que alardean con tanta desenvoltura y
fingiendo ataques de dignidad, un tic heredado del franquismo que no hay
forma de que desaparezca. La última es la de las SICAV a la que se han
acogido tantos políticos españoles que sestean por Europa con unos
sueldos desorbitados y unas dietas de infarto. La última de las
descubiertas en ello es la muy digna señora Rosa Díez, quien nos viene
dando lecciones de ética durante los últimos años un día sí y otro
también.
Del gremio de los sinvergüenzas que se dedican a engañar al pueblo a
través de la Banca, creo que tampoco hay que hablar mucho. Años atrás,
si tú decías en una sobremesa que los banqueros eran una serie de
estafadores sin principios, te podían linchar. Hoy le pueden llamar
idiota a quien no se haya enterado de que la función que cumple ese
gremio es la de llenar sus bolsillos y asegurarse sus retiros al precio
que sea, incluyendo la estafa a jubilados que llevan toda su vida
apretándose el cinturón para encontrarse con la sorpresa de que esos
personajes en los que tanto confiaban porque transpiraban honorabilidad,
les han robado la cartera.
Hay otros gremios, por ejemplo, el de los ministros de Dios, que han
hecho tales barbaridades (pederastia, medios de comunicación con
locutores generadores de ingresos, hacer llevar cargas pesadas a los
creyentes imposibles de sopotar, volver al Medievo en el tema de la
homosexualidad, etc.). Pero hay más y tiempo habrá para comentar sobre
ellos.
Hoy me voy a ocupar de los tertulianos de las televisiones. Unos
defienden a unos, o sea el PP (el más que impresentable Marhuenda es el
más representativo de ellos) y otros al PSOE. Marhuenda es, como se
sabe, un tipo absolutamente abyecto, un clown a la inversa, una
auténtica sabandija, pelota máximo de Rajoy y de la derecha más cutre y
apestosa del país. En el lado contrincante no hay alguien tan
significativo, sino unos cuantos defensores de esa supuesta izquierda
cómplice de los anteriores en la ruina del país. No hace falta citar a
nadie, cualquiera que vea una tertulia de vez en cuando, sabe de qué
hablo.
Son un grupo, forman otra casta, viven del debate y, salvo muy honrosas
excepciones, no aportan nada de nada ni información novedosa alguna
para el espectador. Pero ahí están, no informando sino viviendo del
cuento y de la desinformación. Y son unos cuantos.
Aunque las tarifas de los tertulianos hayan sido rebajadas en los
últimos tiempos entre un 50 y un 70 por ciento, en Cope y Onda Cero cada
tertuliano cobra entre 200 y 300 euros por intervención, mientras que
en Radio Nacional apenas pasan los 100. En televisión, en El programa de Ana Rosa y Servicio Público,
cobran entre 450 y 500 euros, aunque se sabe que cada cual cuenta con
su tarifa personalizada. En el gran debate lo mínimo son los 500 euros.
En su tiempo nadie bajaba de los 1000 euros. En La Noria Alfonso Rojo cobraba 1500 euros. En este programa la tarifa habitual oscilaba entre los 1000 y los 4000.
En cuanto a TVE, 150 en Los desayunos y 250 en 59 segundos. En el canal 24 horas,
140. Ya no estamos en los tiempos de la sonada reconciliación entre
María Antonio Iglesias y Miguel Angel Rodríguez, que generó miles de
euros para ambos, pero los tertulianos siguen metiéndose al bolsillo una
buena pasta.
En Sálvame, por gritar de malas formas durante un rato, entre
350 y 400 euros por intervención. ¿Eso es periodismo? Eso es
tele-basura, pero las figuras del programa se meten al bolsillo
diariamente entre 700 y 900 euros diarios, de manera que los que acuden
al programa todos los días, se embolsan 1600 euros mensuales. En el De Luxe llegan a cobrar hasta 2500 euros por día.
En cuanto a la declaración a Hacienda, los personajes que viven de esta
modalidad, últimamente están siendo vigilados por aquella. Pero, a
pesar de las rebajas por la crisis, el ser tertuliano puede seguir
siendo un negocio rentable. Téngase en cuenta la cantidad de ellas en
las que participan las caras de los aprovechados de siempre, algunos de
ellos auténticas sanguijuelas. Las tertulias dan fama y de sus
intervenciones se derivan otras y más ingresos.
Ahora viene cuando la matan. ¿Quién tiene la culpa de que esta
cuadrilla de aprovechados y parásitos cobre esas cantidades de dinero
por alborotar el gallinero, crear mal rollo y poner de los nervios a los
espectadores? Pues estos, los espectadores, los mismos que se quejan de
las desigualdades y de las injusticias, pero que no solo no hacen nada
por acabar con estas, ni siquiera dar un click en la red para una causa
justa (por ejemplo pedir a los organismos internacionales que no maten a
una señora por haber sido cogida conduciendo un coche o tomándose una
cerveza) sino que se sientan día tras día dispuestos a estupidizarse un
poco más. Así va el país.
Un país de idiotas alimentando oportunistas, golfos, aprovechados y
canallas, o sea apoyando incondicionalmente el parasitismo. Quejándose
mucho, pero no haciendo nada de nada para que cambie esta situación. Es
más, alimentándola día tras día con un comportamiento infame.
Esto tiene un nombre: INSOLIDARIDAD.
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