A estas alturas, muchos pensamos que el acontecimiento político del año en el estado español es la irrupción de Podemos.
Alguien me dirá que es mucho más relevante el enjuague borbónico
destinado a apuntalar el régimen del 78. Permítanme dudarlo.
Aunque quizás el arreglo cosmético de la decrépita
institución pueda hacer que tenga un cierto repunte a base de toneladas
de babas cortesanas y fotos del campechano segundo viajando en tren con
el común de los mortales, la aparición (para mucha gente ha tenido una
componente milagrosa) de Podemos tiene la virtud de que puede
desestabilizar el taburete político, pues aunque reparen la pata regia,
la socialista, con serios quebrantos ya, puede salir peor parada aún. Otra cuestión es que Podemos tenga la fuerza y la voluntad.
Las grandes expectativas pueden originar
grandes frustraciones. Circula en algunos foros la idea de que Podemos,
o su confluencia con movimientos sociales y otras fuerzas como IU,
podría obtener la victoria en las elecciones de 2015. Sin ánimo de ser
aguafiestas, me parece que ese escenario es bastante ficticio. Ellos
plantean su discurso en términos de los de abajo contra los de arriba
(lo que ellos llaman la casta, palabra que se ha usado con mayor
profusión y éxito que nunca). En el fondo creo que es una manera
elíptica de hablar de lo que el "coco marxista" llama la lucha de
clases. Evitan también la dialéctica derecha-izquierda, probablemente
porque piensan que en este país eso se equipara a PP-PSOE y además suena
antiguo. No obstante ellos saben que su caladero de votos está en un
90% o más en el campo tradicional de la izquierda. Lo que les puede dar
gran relevancia es su capacidad para movilizar el voto de izquierdas que
más que desencantado estaba ya harto. A pesar de que PSOE hace aguas,
yo no lo veo deshaciéndose por completo, aún es una estructura organizativa poderosa, cimentada durante decenios, por eso no
es comparable con la UCD del díscolo Suárez y su derrumbe que suplió el
PP. Podemos puede aspirar a desbancar, a tronchar esa pata tan débil
del entramado borbónico superándole en votos, pero (si me equivoco pago
yo la ronda) las elecciones las ganará, ojalá teniéndolo muy complicado
para gobernar, el PP, que agrupa todo el voto de la derecha.
Los ataques mediáticos serán cada vez
más feroces. Con dos temas estrella: ETA y Venezuela. Aquí aparece la
voluntad. La voluntad de combatir las mentiras reiteradas de los
oligopolios de la comunicación sobre esos dos temas o la voluntad
calculadora, quizás timorata, de fintar ante esos asuntos, de
convertirnos en finos extremos que hurtan la pelota ante las embestidas
del contrario. No dudo que la postura que puede dar más réditos
electorales es esta última, pero tampoco tengo dudas de que la postura
que crea conciencia firme, que trasciende más allá de una jornada
electoral, es la primera, la que combate. Cada vez que a Pablo Iglesias
le hablen de ETA, debe decir aprovechando
su acceso actual a tribunas de amplia difusión, que el gran terrorismo
español del siglo XX fue el fascista, el que lideró Franco, porque estoy
convencido de que ese pensamiento, correcto, es el suyo y porque la
inmensa mayoría de la gente ha sido educada para no establecer esa relación entre terrorismo y fascismo. Una relación que en España duró 40 años. El
gobierno colombiano y las FARC, organización calificada como
terrorista, llevan más de un año negociando en La Habana. El terrorismo
es un calificativo que se usa para desactivar el pensamiento como
instrumento crítico. Para las autoridades de Kiev los prorrusos de los
territorios del este son terroristas. Se ha convertido en un término
comodín que ahora se utiliza, ya la señora Cospedal pidió que Pablo Iglesias fuera investigado por el abogado defensor de la hermana del rey (la fiscalía), para derribar a la cabeza visible de un movimiento que les resulta inquietante.
La otra estrella, el otro flanco de ataque a Podemos es Venezuela. Juan Carlos Monedero, uno de sus líderes más significados, debe decir, orgulloso, que ha estado apoyando la revolución bolivariana. A través de TeleSur lo vi, cuando se celebraron las elecciones presidenciales, formando
parte del grupo de apoyo internacional a Maduro. Su posición de hace un
año sigue siendo válida hoy. Y es más necesario que nunca difundirla con valentía, derribar otro de los pensamientos inducidos: la dictadura venezolana. Tres palabras que tienen más fuerza que esa figura única de la constitución venezolana: el referéndum revocatorio a mitad de mandato del presidente. Hay que decir, por si algún votante de Podemos, denostante de la casta hispana, le hace asquitos al proceso venezolano, que en Venezuela también están luchando contra su propia casta, esa que impedía que la riqueza petrolífera fluyera a los sectores más pobres. Las realidades son diferentes, pero las luchas, y en ese trasfondo internacionalista hay que educar siempre, tienen la misma base: la consecución de la justicia social.
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