¿Se consolidará el partido de Pablo Iglesias? La
respuesta es claramente afirmativa, por lo expuesto. Empero, hay que señalar
sus puntos débiles. Ha sido lanzado de una forma precipitada y burda lo que
hace desconfiar a las personas más perspicaces. Su caudillismo repele e
inquieta. Depende tanto del chavismo que la descomposición de éste será un
fuerte golpe para él. Sus afiliados son sobre todo sujetos codiciosos, lo que
desatará luchas internas por el poder, los cargos y el dinero. No tiene cuadros
ni gente preparada, al ser sobre todo un montaje televisivo. Emerge en un
tiempo en que el izquierdismo es, a nivel mundial, cosa del pasado. Su parecido
con el caso de Felipe González es de dominio público, sin olvidar el
lanzamiento publicitario de Obama, realizado con similares procedimientos. Cuando
aparezca unido a los tiburones de la vieja izquierda, que son parte decisiva de
“la casta”, se desprestigiará todavía más. Su jefe es un sujeto insustancial
movido desde arriba, una marioneta de los poderes fácticos. Por todo ello está
siendo ya objeto de análisis críticos desde posiciones revolucionarias, algunos
sagaces, pero sean cuales sean sus debilidades y el número de sus
contradictores Iglesias será mantenido contra viento y marea por el poder
constituido.
Lo que sí parece cierto que igual que el chavismo es
la última expresión gubernamental remarcable de izquierdismo anti-revolucionario
a escala planetaria, Podemos será,
muy probablemente, el último partido de la izquierda española al servicio del
capitalismo, pues con su obrar desacreditará para siempre a ésta, ya débil en
los contenidos, lo programático y lo analítico. El chavista “socialismo del siglo XXI” y Podemos cierran un periodo histórico.
Una reflexión necesaria es que la resistencia a la
formación política que dirige Pablo Iglesias -lo mismo que a las del resto de
las fuerzas parlamentaristas- tiene que hacerse desde una gran idea alternativa
de cambio social total más que desde disidencias puntuales. Ha de realizarse con
propuestas y no sólo con críticas, debe ser positiva y no meramente negativa.
La línea de Podemos, debido a que no
es revolucionaria y ni siquiera reformadora sino carca y socialdemócrata, totalitaria
y amedrentadora, crea condiciones bastante buenas para, en lucha con ella, desarrollar
el proyecto de revolución integral, que está todavía muy poco desarrollado.
Podemos es sólo una herramienta o instrumento de la
reacción, y como todas ellas se terminará gastando, desacreditando y
autodestruyendo, mientras que la noción, reflexión, pasión, volición y emoción
de la revolución permanecerá. Por eso la estrategia apropiada se ha de centrar
en ésta, en desarrollarla y difundirla, no en simplemente criticar una u otra
alternativa del capital. Ser constructivos más que críticos, y hacer la crítica
con la intención última de construir, es propio de quienes desean realizar y
ser actores de un gran acontecimiento positivo, generativo y creador, la
revolución. Dentro de un decenio Podemos sobrevivirá,
si es que lo hace, como un fósil institucional igual a otros muchos, muy
probablemente en situación similar a la del PSOE hoy, mientras que el impulso
hacia la revolución total, civilizatoria y rehumanizante será siempre parte
constitutiva de lo mejor del ser humano.
En los tiempos por venir el proyecto socialdemócrata
anti-revolucionario de Podemos y la
estrategia de revolución integral estarán frente a frente, de manera que las diferencias
entre ellos serán bien visibles e inteligibles.
Algunos argüirán que mientras “llega (sic) o no llega la revolución” hay que vivir, hay que pelear
por las imprescindibles reformas para que el sistema no nos devore. Cierto,
pero ¿cómo hacerlo? La experiencia muestra que las clases explotadoras se
avienen a otorgar reformas justamente cuando temen la revolución, o temen el
ascenso de la idea de revolución, de manera que es ante el adelanto de ésta
cuando las minorías plutocráticas se tornan más “generosas”. Dicho de otro
modo, en las actuales circunstancias la acción revolucionaria también
proporciona reformas mientras que el reformismo no logra apenas nada, ni
siquiera reformas. Considerando las condiciones presentes, de crisis múltiple
en desarrollo de las sociedades europeas, muy poco o nada puede conseguirse ahora
con políticas reformistas.
En segundo lugar, es verdad que el proyecto de
revolución integral ha de dotarse, como elemento secundario, de un programa de
reformas posibles y realistas, aquí y ahora. Está por hacer y se hará, aunque
siempre quedará como parte subordinada en el conjunto del proyecto. Tal
programa no será el de Iglesias, chapuza discursiva que se compone de tres partes:
propuestas reaccionarias, formulaciones demagógicas e insignificancias o cominerías
que para nada práctico valen. Estas últimas son las mayoritarias, sirviendo de
relleno a un programa fabricado con verborrea populista.
Pero, con todo, la meta no debe ser vivir “mejor”
bajo el actual sistema sino revolucionarizarlo en su totalidad, modificarlo
cualitativamente.
Para terminar, una reflexión sobre quienes respaldan
a Podemos. No se les puede considerar,
con criterios paternalistas y victimistas, como simplemente confundidos por una
inmoral y muy bien financiada intervención política. Eso, siendo cierto, es
sólo una parte. La otra está en la pervertida voluntad de ser burlados y
estafados que manifiesta un gran número de personas hoy. La verdad suele ser dura,
e incluso desagradable, por eso millones de individuos nulificados anhelan oír
mentiras consoladoras y se deleitan con la verborrea embustera de los políticos
profesionales.
Quienes sueñan despiertos con volver al pasado, al
consumo enloquecido de hace años, tienen que comprender que eso es ya
imposible. Podemos explota sin pudor ese
estado de ánimo, pero cualquiera que observe con realismo la situación concluye
que los “buenos tiempos” del pasado ya nunca volverán por causa de la gran
crisis global europea, y que el futuro será cada vez más difícil, confuso e
impredecible en lo material y económico.
La indigencia mental y moral de los nostálgicos del
hiper-consumo es tal que creen que conectando la caja tonta encuentran la
solución a los que tienen por males sociales, y que metiendo en una urna un
papelito logran hacerlos desaparecer. Con dos actos cómodos y fáciles, que no
requieren esfuerzo ni compromiso personal, queda todo resuelto… Quienes así
imaginan la realidad conocerán un amargo despertar, del que se han hecho
responsables y también acreedores. La réplica final a esto es que la persona
tiene que autoconstruirse, para no ser adoctrinada ni manipulada ni engañada
por nadie, y para no autoengañarse. Eso es uno de los fundamentos de la idea de
revolución integral.
Fin
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