domingo, 30 de noviembre de 2014

Los asesinatos de la “Pacífica Transición” española a manos de miembros del fascismo legal

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Fuerza Nueva, una asociación ultrafascista que desde 1966 publicaba una revista muy influyente entre los círculos franquistas más intransigentes, se convirtió en Partido Político en 1976 presentándose “democráticamente” a las urnas, representando al fascismo más recalcitrante con la aprobación del resto de partidos políticos.

Solo como muestra el nombre de algunas de las personas asesinadas desde la “legalidad” de un partido político fascista que sembró el terror durante la “Transición” algunos de cuyos miembros ocupan en la actualidad cargos en el funcionariado.
Miquel Grau asesinado en 1977 por un militante de Fuerza Nueva, Jorge Caballero Sánchez 1980 asesinado por un militante de Fuerza Joven por llevar una chapa anarquista. José Luis Alcazo asesinado en el Retiro por su aspecto “izquierdista” por militantes de Fuerza Nueva e hijos de militares franquistas, Vicente Cuervo Calvo, tiroteado en Vallecas en una manifestación en contra de Fueza Nueva en 1980, los abogados de Atocha, 1977, Yolanda 1980, Carlos Javier Idígoras, Andrés Fraguas, conserje de El País, en un atentado contra el periódico, Salomé Alonso, en un atentado contra el bar el Parnasillo. Atentados con explosivos a sedes políticas, como por ejemplo a la CNT y el PSOE en Valladolid, al Ayuntamiento y al cine Cervantes de la misma localidad. Entre 1976 y 1982 fueron reconocidas 65 víctimas mortales asesinadas por la ultraderecha fascista y los actos violentos perpetrados en torno a 600. La mayor parte de estos asesinatos y actos terroristas quedaron impunes y quienes los perpetraron no cumplieron condena e incluso muchos de ellos no fueron nunca juzgados.
Hace solo una semana podíamos ver cómo la apología del fascismo se instalaba en nuestras calles conmemorando la muerte de un dictador mientras las fuerzas de seguridad, los partidos políticos y las asociaciones ciudadanas, hacían “la vista gorda”. La mala memoria de este país y el desprecio por una parte de las víctimas hace evidente que aquí todo sigue igual, y desde la “oficilidad” solo se aprecia apología del terrorismo por los que denuncian las prácticas fascistas.
Cristina Tous

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