Comencemos por el principio. ¿Cuáles son
las exigencias fundamentales que todo marxista debe presentar para el
análisis de la cuestión de las formas de lucha?
En primer lugar, el
marxismo se distingue de todas las formas primitivas del socialismo pues
no liga el movimiento a una sola forma determinada de lucha. El
marxismo admite las formas más diversas de lucha; además, no las
“inventa”, sino que generaliza, organiza y hace conscientes las formas
de lucha de las clases revolucionarias que aparecen por sí mismas en el
curso del movimiento. El marxismo, totalmente hostil a todas las
fórmulas abstractas, a todas las recetas doctrinas, exige que se preste
mucha atención a la lucha de masas en curso que, con el desarrollo del
movimiento, el crecimiento de la conciencia de las masas y la
agudización de las crisis económicas y políticas, engendra
constantemente nuevos y cada vez más diversos métodos de defensa y
ataque. Por esto, el marxismo no rechaza categóricamente ninguna forma
de lucha El marxismo no se limita, en ningún caso, a las formas de lucha
posibles y existentes sólo en un momento dado, admitiendo la aparición
inevitable de formas de lucha nuevas, desconocidas de los militantes de
un período dado, al cambiar la coyuntura social. El marxismo, en este
sentido, aprende, si puede decirse así, de la práctica de las masas,
lejos de pretender enseñar a las masas formas de lucha inventadas por
“sistematizadores” de gabinete. Sabemos — decía, por ejemplo, Kautsky,
al examinar las formas de la revolución social — que la próxima crisis
nos traerá nuevas formas de lucha que no podemos prever ahora.
En segundo lugar, el marxismo exige que
la cuestión de las formas de lucha sea enfocada históricamente. Plantear
esta cuestión fuera de la situación histórica concreta significa no
comprender el abecé del materialismo dialéctico. En los diversos
momentos de la evolución económica, según las diferentes condiciones
políticas, cultural-nacionales, costumbrales, etc., aparecen en primer
plano distintas formas de lucha, y se convierten en las formas de lucha
principales; y, en relación con esto, se modifican a su vez las formas
de lucha secundarias, accesorias. Querer responder sí o no a propósito
de un determinado procedimiento de lucha, sin examinar en detalle la
situación concreta de un movimiento dado, la fase dada de su
desenvolvimiento, significa abandonar completarnente la posición del
marxismo.
Estos son los dos principios teóricos
fundamentales que deben guiarnos. La historia del marxismo en Europa
Occidental nos suministra innumerables ejemplos que confirman lo dicho.
La socialdemocracia europea considera, en el momento actual, el
parlamentarismo y el movimiento sindical como las principales formas de
lucha; en el pasado reconocía la insurrección y está plenamente
dispuesta a reconocerla en el porvenir si la situación cambia, pese a la
opinión de los liberales burgueses, como los kadetes1 y los bezzaglavtsi2 rusos.
La socialdemocracia negaba la huelga general en la década del 70 como
panacea social, como medio para derribar de golpe a la burguesía por la
vía no política, pero admite plenamente la huelga política de masa
(sobre todo, después de la experiencia rusa de 1905) como uno de los
procedimientos de lucha, indispensable en ciertas condiciones. La
socialdemocracia, que admitía la lucha de barricadas en la década del 40
del siglo XIX, y la rechazaba, basándose en datos concretos, a fines
del siglo XIX, se ha declarado plenamente dispuesta a revisar esta
última opinión y a reconocer la conveniencia de la lucha de barricadas
después de la experiencia de Moscú, que ha iniciado según las palabras
de Kautsky, una nueva táctica de las barricadas.
- 1 Kadetes (“Los demócratas constitucionalistas”): principal partido burgués de Rusia; partido de la burguesía monárquica liberal, se constituyó en octubre de 1905. Su lider fue P. Miliukov. Encubriéndose con falsas apariencias de democratismo, se llamaron a sí mismo el partido de la “libertad del pueblo”, se esforzaban por atraer a su lado a los campeshlos. Aspiraban a conservar el zarismo como una monarquía constitucional. Más tarde, el partido constitucional demócrata se convirtió en un partido burgués del imperialismo. Después de la victoria de la Revolución Socialista de Octubre, los kadetes organizaron complots y sublevaciones contrarrevolucionarias para derrocar la República Soviética.
- 2 Bezzaglavtsi : organizadores y colaboradores de la revista Bez Zaglavia (“Sin Titulo”), editada en Petersburgo en 1906 por S. N. Prokopóvich, E. D. Kuskova, V. I. Bogucharski y otros. Los Bezzglavtsi se declaraban abiertamente partidarios del revisionismo, apoyaban a los mencheviques y liberales, y actuaban contra la política independiente del proletariado. Lenin llamó a los Bezzaglavtsi kadetes tipo menchevique, o sea, mencheviques tipo kadete.
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