miércoles, 19 de noviembre de 2014

NARCOS, BURGUESÍA Y REACCIÓN: CAMINOS PARALELOS CONTRA LAS CLASES POPULARES

 
El narcotráfico o tráfico de drogas es un negocio más del capitalismo. Un negocio especialmente sucio que se basa en lucrarse a costa de vender sustancias que destruyen personas y  que causan la adicción y muerte de muchas, principalmente de las clases humildes y trabajadoras. A pesar de su suciedad no deja de ser un negocio distinto a otros que realizan las clases dominantes.
Los narcos y la mafia en general no dejan de ser parte de la elite de las clases dominantes y a lo largo de la historia han demostrado sobradamente su carácter profundamente reaccionario y han desempeñado un papel contrarrevolucionario y de aplastamiento de los movimientos populares. Son auténticos enemigos de los intereses y emancipación de las clases populares.
Es bien conocido el caso de Lucky Luciano, jefe de la Cosa Nostra preso en Estados Unidos. Cuando las tropas estadunidenses desembarcaron en Sicilia, en 1943, para combatir al régimen de Mussolini, contaron con el apoyo activo de la mafia. El gobierno de Estados Unidos había llegado a un acuerdo con Luciano, por el cual éste movilizó a sus partidarios a favor de los aliados a cambio de su posterior deportación a Italia, donde vivió el resto de su vida organizando sus negocios ilegales.
Los mafiosos eran, además, fervientes anticomunistas, por lo que fueron usados en el combate a las fuerzas de izquierda en el mundo y como fuerza de choque contra los sindicatos estadunidenses.
EE.UU utilizó el negocio de las drogas en su intervención militar en el sureste de Asia, en particular en la guerra contra Vietnam. Pero también a escala local, en el mismo periodo, para destruir al movimiento revolucionario Panteras Negras. En ambos casos la CIA jugó un papel destacado. Sobre estos asuntos hay decenas de publicaciones, lo que hace innecesario entrar en detalles.
 
 
Colombia ha sido el principal banco de pruebas en el uso de las bandas criminales contra las organizaciones revolucionarias y los sectores populares. Un informe de Americas Watch de 1990 establece que el cártel de Medellín, dirigido por Pablo Escobar, atacaba sistemáticamente a líderes sindicales, profesores, periodistas, defensores de los derechos humanos y políticos de izquierda, particularmente de la Unión Patriótica (Americas Watch, La guerra contra las drogas en Colombia, 1990, p. 22).
En Colombia los narcotraficantes se convirtieron en grandes terratenientes y, como tal, comenzaron a compartir la política de derecha de los terratenientes tradicionales y a dirigir algunos de los más notorios grupos paramilitares.
Los narcos comparten con el resto de clases dominantes la confluencia de intereses entre sectores que buscan enriquecerse y mantener cuotas de poder, o adquirir más poder, a costa de los campesinos, los sectores populares y las izquierdas.
Todo indica que la experiencia colombiana –en modo particular, la alianza de los narcos y los demás sectores de las clases dominantes– está siendo replicada en otros países como México y Guatemala, y está disponible para aplicarla donde las élites globales lo crean necesario. De más está decir que esto no podría hacerse sin el concurso y complicidad de la agencia antidrogas estadunidense (DEA), así como de sus fuerzas armadas.
 
En el estado español la droga fue introducida por aparatos policiales y mafiosos en determinadas zonas conflictivas (Euskal Herria) para acabar con la combatividad y rebelión de la juventud. El llamado "Caso Galindo" en el que un guardia civil dirigía una poderosa red de narcotráfico es solo la punta del iceberg.
El negocio de las drogas forma parte de la acumulación capitalista. Funciona como una empresa capitalista, como una actividad económica racional aunque tiene algunas diferencias con los demás negocios capitalistas por tratarse de una actividad ilegal.
El negocio de las drogas está en sintonía con la criminal economía capitalista global. Es un negocio suculento que da grandes ganancias económicas y además también cumple tareas anti-subversivas. Es parte del sistema opresor que sufrimos las clases populares y enemigo a muerte de la emancipación popular.

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