Todo el mundo recuerda la pasada huelga general del 14 de noviembre del 2012. A nadie, que esté mínimamente comprometido con la justicia social, se le pasará el nombre de Alfon como si de un completo desconocido se tratara. Pues resulta ser el joven comprometido de 21 años que pasó más de un mes en régimen FIES tras secundar la huelga acusado de portar productos incendiarios.
Automáticamente, Alfon, se convierte en un icono de la solidaridad, donde ni el debate ideológico salpica al compromiso mutuo sobre un mismo fin; sacar al joven detenido de prisión.
Por desgracia, dicho compromiso común parece haberse esfumado dos años después, cuando vivimos una situación similar; la detención de dos jóvenes y cientos de sancionadxs y represaliadxs desde las Marchas de la Dignidad. Hace poco se cumplió un mes desde que uno de los detenidos (Miguel) ingresara en prisión. El mismo tiempo de condena que cumplió Alfon, con la mera diferencia de un salto cuantitativo sorprendente en lo que a la campaña de denuncia y solidaridad con los jóvenes represaliados en la actualidad se refiere.
Sin embargo, hay cuestiones más o menos tácticas que explicarían de un modo más subjetivo ese éxtasis solidario. En el caso de Alfon, los vaivenes políticos de sus representantes –su familia y compañerxs de colectivo- consiguen mediatizar una campaña que consigue el eco y el altavoz de la izquierda parlamentaria. Izquierda Unida consigue –con el consentimiento familiar del detenido- encabezar una campaña de solidaridad en el parlamento. No hay día que en los telediarios no saliesenlxs líderes de dicho partido en el congreso con una pegatina donde se reclamase la libertad del detenido.
Como decía antes, y tras observar la liberación de Alfon, en un ejercicio de profundización y análisis de la lucha ejercida, hay voces que justifican el aprovechamiento de IU para encabezar la campaña pese a las constantes declaraciones de lxs más allegados al detenido en hacer hincapié en las divergencias sobre el plano político de los planteamientos del detenido frente a los usados por el partido que en el congreso reclama su liberación. Así lo reconoce el propio Alfonen el fanzineoficial de Bukaneros: «Sí que es cierto que incluso en prisión tuve una discusión con mi madre respecto a pedir solidaridad a grupos parlamentarios» (Al Abordaje!! Núm. 102, p. 25) No obstante, si nos remitimos a la magnitud conseguida en cuanto a la campaña –no a los logros, puesto que Miguel e Isma llevan el mismo tiempo encerrados sin el apoyo de la izquierda parlamentaria en un régimen inferior de encarcelación- es evidente la utilidad que consiguió el mismo vaivén político, puesto que el nombre del detenido se coreó a un ritmo unísono por miles de voces que propagaron su libertad frente a la campaña de la derecha mediática por criminalizar un acto reivindicativo y político como es la huelga general. Dicho cambio cuantitativo es reconocido por el propio represaliado que en la misma pregunta de la entrevista realizada en el fanzine anterior continua: «mi madre, como madre mía que es, sabe mucho más que yo de esto y ha sabido medir los tiempos a la perfección y saber qué hacer en cada momento, sin traicionar las ideas y valores revolucionarios.» (Al Abordaje!! Núm. 102, p. 25) Por momentos parecen disuadirse las confrontaciones políticas. Pareciera que las discusiones mantenidas en prisión, quedasen sólo en la comprensión de una leve pérdida de tiempo.
Y no solo está convencido del cambio cuantitativo del uso de la izquierda parlamentaria en los efectos de su excarcelación, sino que además, lo confirma como fuerza material imprescindible «También sé, porque así me lo ha dicho ella –su madre- que sin la ayuda de este grupo nada hubiese sido posible, tanto económicamente como mentalmente o físicamente. La unidad debe ser nuestro mayor principio de lucha y la experiencia y capacidad de análisis de algunos de los miembros de nuestras organizaciones nuestra guía en ellas» (Al Abordaje!! Núm. 102, p. 25) Sin pretender crear más discordia que las propias palabras del represaliado detonan, ¿de qué sirve entonces que la «lucha y la experiencia y capacidad de análisis de algunos de los miembros de nuestras organizaciones» sirva de «guía» si a efectos reales «sin la ayuda de este grupo nada hubiese sido posible, tanto económicamente como mentalmente o físicamente»?
Dentro de un sector amplio en la calle, se respira otro debate. Por un lado, se acusa a IU de oportunismo, un oportunismo un tanto peculiar ya que tiene el consenso de la familia del detenido, y el propio Alfon, en calidad de represaliado,niega su papel “revolucionario” como más adelante citamos. Otro de los debates emergentes con fuerza es la disyuntiva: preso sí, pero, ¿preso político o preso social? La huelga general, aunque diverja de la convocatoria más errónea y encauzada bajo unos métodos espontáneos de lucha –puesto que si no sabemos organizarnos entre nosotros/as en los centros de trabajos, ¿cómo vamos hacerlo un día todos juntos? ¿Acaso no es fe ciega en lo multitudinario, y en parte, a la desorganización?- no deja de ser un acto político, por más que alguno o alguna pretenda desvincularse del movimiento antifascista porque existan presxspolíticxs que a vista de sus ojos “no han utilizado una táctica correcta”. A mí, al menos, sólo me viene una pregunta: ¿será la táctica o el miedo a no poder resistir como ellxs?
El propio Alfon, no sé si preso del miedo o con convencimiento pleno, señala en la entrevista cuando le preguntan si ha tenido miedo a que le calificaran como un mártir: «Sí, claro que lo he temido, más que como un mártir que se me quisiese dar un papel en la lucha de clases que no es el mío, pues no soy miembro de una banda armada y todo esto fue un montaje de principio a fin. Los mártires no los creamos nosotros, nos los da el enemigo». ¿Quién pretende desmarcarse de una banda armada cuando no ha sido acusado de pertenencia a ninguna?
Una compañera ha reflejado en su red social privada con gran maestría el problema que llevamos tratando: «La absoluta normalización de la brutal escalada represiva y de los inmensos y crecientes ataques a nuestros pocos derechos es tristísima y es quizá la batalla más importante de nuestro día a día… Si no sentimos cada injusticia ajena como propia, si no nos remueve cada palo que dan a nuestra clase ya nos han ganado». No podría haber despertado esta mañana con una síntesis del problema más acertada. El movimiento revolucionario lleva décadas sumergido en una profunda crisis de identidad, que ha perpetuado la prolongación de métodos erróneos de trabajo y organización que el revisionismo –aunque de ortodoxia se disfrace- ha extendido en las más amplios colectivos y organizaciones.
Así podemos entender, que herramientas o armas de lucha como las manifestaciones y las huelgas, herramientas de gran eficacia demostrada en poder de una clase revolucionaria organizada, se han encauzado hacia una utilización mecánica de las mismas. Parece que lo importante sea tener un arma, y no por el contrario, desarrollar el arte de su propio manejo que efectúe un disparo certero. Tener un arma o una herramienta a tu disposición cobra la prioridad sobre su uso. Dichas consecuencias de la elección del arma y cien disparos al aire, que la habilidad de disparar en el blanco en busca del arma correcta para cumplir el fin, trae connotaciones negativas que se interiorizan de manera directa sobre la conciencia.
Nuestros recursos organizativos son tales, que apenas podemos organizar un parón de una hora en nuestro centro de trabajo. Sin embargo, el culto a las grandes obras faraónicas, a ser el nuevo Lenin en un minúsculo colectivo, parecen realidades hoy cumplimentadas de sueños irrealizables sobre mentes obtusas. Pero preferimos seguir llamando a esa huelga mecánicaque a organizarnos en nuestros centros de trabajos, o iré más lejos aún, entre nosotrxsmismxs. Como si la conciencia de la gente bajase o subiese según el parón temporal entre huelgas o manifestaciones. Importa más el hecho de proseguir con la consigna que algo tan básico y primordial como alcanzar las metas de las diferentes luchas parciales meramente económicas, pero no es un método erróneo, sino una consecuencia del derrotismo materializado –prolongado- con el uso de herramientas sin la habilidad de su uso, por parte de los dirigentes de las mafias sindicales y de la casta política.
Las ansias del revolucionarismonos cancela la visión de una huelga posterior a la firme organización de la misma. Algunxs me dirán: “Hace años que llevamos haciendo eso…” y no seré yo quien niegue su trabajo, pero es indudable que hay que ser críticos para señalar también que con lo que llevamos construido no basta, y a los efectos catastróficos de manifestaciones y huelgas kamikazes me remito. Cada vez que se convoca una manifestación o una huelga general, parece como si los que dominan el arte gráfico ya tengan el cartel de “Libertad X”. En parte, tenemxstodxsasumidxs en cierta manera los resultados que el aglutinamiento de personas en torno a una consigna común, donde entre la multitud se encuentra un popurrí de siglas organizadas en mayor o en menor medida, algunas en diversos frentes y otras por cuenta ajena, trae el pan de cada día; que no es más que antidisturbios, pelotas de gomas, porrazos, fotógrafos que funcionan como expendedores de multas, heridos, detenidos, sancionados y una post-campaña mediática de criminalización en la cual volcamos todos nuestros esfuerzos como única alternativa de lucha.
Y lo más paradójico resulta observar a los de: “todo por el Partido, pero sin Partido”. Esa nueva generación de jueces de la historia que se atreven –desde su atalaya teoricista y cibernética- a denunciar la inexistencia del Partido. No es que no exista el Partido, es que, el miedo interiorizado nos hace buscar en la lógica centrista un posicionamiento intermedio, entre los años de cárcel por no claudicar ni ceder en los principios o venderte al parlamento bajo la legalidad de la Constitución fascista, y algunxs, encuentran ahí el charco de mierda donde nadar. Para desmarcarse de los revisionistas, basta con acudir a los principios. Para desmarcarse de la cárcel, basta con presentar una realidad distinta que marque así a los presxs y al Partido en una óptica de actuación errónea…errónea como insisto, en esta nueva panacea de la democracia burguesa que algunxs han reinventado del revisionismo clásico y de la tergiversación premeditada de la historia con el único fin de saciar las ansias de liderazgo.
Por lo tanto, mientras lxs comunistas no seamos capaces de organizarnos. Mientras no consigamos organizar a nuestrxscompañerxs de clase, del trabajo. A marcarnos metas realizables en concordancia con nuestra correlación de fuerzas -se empieza por parar una hora los lunes por la mañana, se prosigue fomentando los círculos obreros y se acaba tomando la fábrica-. Mientras no fomentemos las cajas de resistencia, la importancia de la organización en torno a las manifestaciones y huelgas. Si seguimos ignorando que el idealismo moralde cada luchador y luchadora se desvanece si lo conducimos al fracaso. Si seguimos ignorando que las victorias en nuestros centros de estudio o de trabajo serán las únicas capaces de elevar a un grado más elevado la capacidad organizativa entre la clase trabajadora y seguimos obcecados en el logro de lo numérico, jamás conseguiremos avanzar.
Por ello, tenemos que ser conscientes, que la solidaridad es un pilar básico para que la gente confíe en la lucha. Nadie quiere ser el sancionado/sancionada de una multa desproporcionada entre más de decenas de miles de manifestantes. Nadie quiere perder a visión por reclamar un derecho. Nadie quiere acabar en prisión por ejercer el derecho a manifestarse. Y sólo se le vence al miedo, cuando se le enfrenta. Y para enfrentarnos, tenemos que extender la solidaridad, la confianza y la organización. Solo así lxs trabajadores, lxs estudiantes, lxs parados y lxs jubilados se enfrentarán directamente al enemigo con la confianza en lo colectivo, con la fuerza de lo común, con la conciencia elevada y el convencimiento de pertenecer a una clase que niega a pasar un día más bajo el yugo explotador del capitalismo.
A modo de resumen, podemos afirmar que Miguel e Isma, a diferencia de Alfon, son detenidos por la mera participación en las Marchas y no son más que el inicio de una extensa lista próxima que se rellenará en cada convocatoria como fruto de la desorganización de la parte más avanzada y concienciada, del rechazo a una correcta línea política por parte de lxs mismxs, del ‘apartidismo voluntario’, del revisionismo y, como efecto total de su conjunto, la errónea –metafísica- concepción de las herramientas de trabajo y métodos de lucha.
La solidaridad huye de la desorganización y del suicidio. Sin solidaridad no habrá movimiento. Pero sin organización, jamás se establecerá una solidaridad férrea que haga temblar los cimientos de este Estado.
Esteban S.