Geoffrey Crothall
El mayor
minorista del mundo, Walmart, tuvo una desagradable sorpresa este año
cuando intentó cerrar una tienda pequeña, de bajo rendimiento, en la
ciudad china de Changde.
La compañía ya había cerrado varias de esas
tiendas en China sin demasiados incidentes y no esperaba ningún
incidente cuando el 4 de marzo informó a los 143 empleados de la tienda
numero 2024 que perderían su puesto de trabajo en el plazo de dos
semanas.
En esta
ocasión, sin embargo, los trabajadores decidieron plantarse. Bloquearon
la tienda y desplegaron pancartas en protesta. Y a la cabeza del piquete
se situó el pequeño pero formidable presidente del sindicato de la
tienda, Huang Xingguo.
Huang es
un héroe accidental. Hasta hace poco tiempo, la oficial Federación
Nacional de Sindicatos de China (ACFTU) se ha situado en gran medida al
margen del creciente movimiento obrero chino y los dirigentes sindicales
han fracasado especialmente a la hora de dar a los trabajadores el
apoyo que necesitan. De hecho, la apatía institucional del sindicato
oficial y su enfoque de evitar conflictos con los gestores de las
empresas ha sido la única razón por la que Walmart, cuya política
antisindical es notoria, consintió la sindicalización de sus tiendas en
China.
Por eso,
cuando Huang, un ex cajero que fue elegido presidente del sindicato de
la tienda de Changde el año pasado, tomó la medida sin precedentes de
desafiar el plan de cierre de Walmart y exigió negociaciones con la
dirección sobre la indemnización por despido, no sólo provocó una
reacción en cadena entre los gestores de Walmart, sino que supuso una
bofetada para los dirigentes de la ACFTU sentados en sus oficinas con
aire acondicionado en Beijing.
Los
dirigentes sindicales de otras empresas en China han tomado nota de lo
que está sucediendo en Changde, provincia de Hunan, y están comenzando a
darse cuenta de que es posible representar efectivamente a sus miembros
y no simplemente asentir a lo que quieren los gestores de las empresas,
como la gran mayoría de ellos han hecho en el pasado. Y si más
respresentantes sindicales en las empresas chinas se vuelven más
activos, la ACFTU en Beijing tendrá que tomar una decisión importante,
ya sea para subir al carro o arriesgarse a desafiar abiertamente al
movimiento obrero en China.
El
creciente activismo de los trabajadores de China, y ahora de algunos
sindicalistas, claramente representa un desafío para las multinacionales
que han estado haciendo negocios en el país sin obstáculos en los tres
últimos decenios.
Muchas
empresas internacionales, al igual que Walmart, están reestructurando o
“racionalizando” sus negocios en China. Han tratado de vender, fusionar o
cerrar empresas y abrir otras nuevas, pero en ningún momento de este
proceso se han tomado la molestia de consultar a los trabajadores. En la
gran mayoría de los casos, al igual que Walmart, la patronal
simplemente ha dicho: “Este es el trato: lo tomas o lo dejas”.
Los
trabajadores, sin embargo, se niegan a recibir órdenes. Están exigiendo
una compensación adecuada por su contribución a sus empresas, y no sólo
el salario de un mes por cada año de trabajo establecido por la ley.
Cuando
IBM, por ejemplo, anunció a principios de este año que estaba vendiendo
su negocio de servidores al fabricante de computadoras chino Lenovo, los
más de 1.000 empleados de su fábrica en Shenzhen se declararon en
huelga, exigiendo más compensación que la ofrecida por IBM.
En esta
ocasión, el sindicato de la empresa no apoyó a los trabajadores y fueron
despedidos unos 20 líderes de la huelga, la mayoría de los empleados se
echó atrás y aceptó la oferta inicial de la empresa. Es alentador, sin
embargo, que la Federación sindical municipal del comercio de Shenzhen
se comprometiese a ayudar a los trabajadores despedidos presentando una
demanda de arbitraje contra IBM por despido improcedente.
Los
trabajadores de toda China han demostrado en numerosas ocasiones que se
pueden organizar y obligar a su empleador a hacer concesiones, incluso a
corporaciones importantes como Yue Yuen Industrial. La huelga masiva en el complejo de la fábrica de zapatos Yue Yuen en
Dongguan el mes pasado fue una prueba de lo efectiva que puede ser la
actividad sindical de los trabajadores. Una protesta sobre el pago de
las contribuciones a la seguridad social que comenzó con unos pocos
cientos de empleados se convirtió en una bola de nieve que provocó una
huelga de 40.000 trabajadores. Incluso después de que la dirección de la
empresa acordase desembolsar las contribuciones sociales de los
trabajadores y aumentar los subsidios mensuales de subsistencia, los
trabajadores continuaron en huelga, presionando para obtener más
concesiones.
En otras
huelgas, ha sido suficiente hacer concesiones rápidamente para resolver
el conflicto. Cuando más de 1.000 empleados de un proveedor de Samsung,
Shanmukang, en Dongguan, se declararon en huelga en marzo en protesta
por un recorte salarial, la compañía acordó enseguida aumentar las pagas
por horas extraordinarias y los subsidios mensuales, y los trabajadores
se reincorporaron al trabajo.
Se ha
producido un notable incremento del número de huelgas y protestas de los
trabajadores en todos los sectores de la industria y en todas las
regiones de China en los últimos dos años. Las huelgas son básicamente
ahora un hecho cotidiano, e incluso a veces reciben el apoyo del
sindicato.
Sin
embargo, tienen sus riesgos. Las protestas pueden acabar en
enfrentamientos con la policía local y muchos trabajadores han sido
golpeados y detenidos. Algunos incluso han sido procesados. El
trabajador emigrante Wu Guijun, por ejemplo, ha pasado casi un año en
prisión tras participar en una protesta masiva de trabajadores por la
negativa de su empleador, un capitalista de Hong Kong propietario de una
fábrica de muebles en Shenzhen, para negociar una compensación por el
traslado de la fábrica a la cercana Huizhou.
Casualmente,
Wu es también originario de Changde; es de la misma edad que Huang
Xingguo y, al igual que Huang, ahora se ha convertido en una especie de
héroe popular: un héroe no sólo para sus compañeros, sino de todos los
trabajadores y activistas sindicales de China.
Estos dos
trabajadores representan la nueva cara del activismo obrero en China;
están decididos, convencidos y saben como actuar. Creen que los
trabajadores merecen respeto y que los empleados tienen el derecho de
negociar colectivamente sus condiciones de empleo, y no simplemente
aceptar los términos impuestos por la dirección de las empresas.
Es
esencial para garantizar el desarrollo equilibrado y estable de China
que el sindicato oficial y los empresarios lo reconozcan y se adaptan a
la nueva realidad en los lugares de trabajo.
Geoffrey Crothall es Director de Comunicaciones del China Labour Bulletin (CLB)
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