Por ADAY QUESADA / CORRESPONSAL EN MADRID DE CANARIAS-SEMANAL.- Los dos grandes sindicatos amarillos, Comisiones Obreras y UGT, perderán en las próximas elecciones sindicales entre un 20% y un 25%
de sus delegados. Ello supone que los dos grandes sindicatos que hasta
ahora habían dominado el panorama laboral español en régimen de casi
monopolio perderán alrededor de 40.000 delegados en el proceso electoral que se celebrará hasta diciembre del 2015.
La
pérdida de representación que experimentarán tanto uno como otro no está
provocada solamente por los escándalos financieros en los que estas dos
organizaciones sindicales se han visto envueltas en el curso de los
últimos años. A ella contribuirá también la destrucción de empleo que ha
provocado la crisis económica. Jamás en los últimos 38 años se había
producido un colapso sindical tan estrepitoso como el que ahora
posiblemente vamos a contemplar.
Por
otra parte, la pérdida masiva de delegados repercutirá en el recorte de
las subvenciones que el Estado concede a los sindicatos de acuerdo con
los resultados electorales que obtengan. Aunque oficialmente en el año
2013 CCOO y UGT recibieron casi 7 millones de euros bajo este concepto, a ambos sindicatos la legislación les ofrece múltiples vías de financiación,
lo que ha posibilitado que controlaran en régimen de monopolio las
relaciones laborales en el marco del Estado español. La progresiva
pérdida de estas fuentes de financiación va a suponer un impactante
aldabonazo en las finanzas de ambas organizaciones institucionales.
UGT y CCOO fueron dos sindicatos esenciales para que la denominada "transición política", que se plasmó en la Constitución de 1978, pudiera realizarse. La Monarquía
y el aparato del Estado de la dictadura heredado por esta, así como la
gran burguesía española, necesitaban de la "colaboración" de fuerzas
sindicales dóciles que posibilitaran aquella operación política que
tenía como objetivo el mantenimiento de la hegemonía de las clases
sociales que habían sostenido el franquismo durante 40 años. Para ello
se recurrió al habilidoso procedimiento de que el propio Estado
financiara la existencia de los sindicatos. Y, como "quien paga manda", las organizaciones así subvencionadas entraron en un largo proceso de concesiones y pactos con la patronal y la Administración que ha durado hasta hoy. No debe resultar extraño, pues, que los dos últimos secretarios generales de CCOO acabaran pasándose a las filas del enemigo. José María Fidalgo concluyó su "carrera sindical" trabajando
para la derecha del PP, como puede verse en el vídeo que incluimos en
esta misma página y cuya visualización recomendamos. Antes, Antonio Gutiérrez, el secretario general que puso en la calle al fundador del sindicato, el histórico lider obrero Marcelino Camacho, vendió su "alma sindicalista" por un plato de lentejas: un puesto en el Senado en la bancada socialdemócrata del PSOE.
Pero
la crisis económica y política española no sólo ha terminado por
resquebrajar seriamente al conjunto de las instituciones del Estado,
sino también a todas aquellas formaciones subsidiarias del mismo, como
los partidos políticos y las organizaciones sindicales.
ELECCIONES INCIERTAS PARA EL SINDICALISMO AMARILLO
En la actualidad, CCOO cuenta con 107.518 delegados, el 37,11%. UGT es el segundo sindicato, con 101.267 delegados, el 34,63%. El resto de las fuerzas sindicales suman un total de 82.014 delegados. Durante el pasado año de 2013, UGT perdió cerca de un 2% de su representación sindical. Y las defecciones durante el presente 2014 van en un vertiginoso e incontenible aumento.
Los escándalos descubiertos en el curso de los dos últimos años han provocado por sí mismos que la Confederación General de Trabajadores (CGT) empiece a pisarle los talones con éxito a los dos sindicatos amarillos. La CGT, ideológicamente afín al anarquismo, ha crecido un 2% en los últimos 24 meses. Su secretario de Acción Sindical, José Aranda Escudero, asegura que en la actualidad CGT tiene 6.000 delegados, pero
que la masiva deserción que se está produciendo en el sindicalismo
amarillo multiplicará notoriamente la afiliación de este sindicato. Para
Aranda Escudero, la imagen de Cándido Méndez y Fernández Toxo en la Moncloa el pasado mes de julio con la CEOE y el presidente del Gobierno, mientras este último congelaba el salario mínimo interprofesional,
es moitivo más que suficiente para que la confianza de los
trabajadores en relación con esos dos sindicatos vaya perdiéndose
definitivamente. El Secretario de Acción Sindical de la CGT no tiene ninguna duda de que UGT y CCOO forman parte de la “casta del sistema”. “Estos dos sindicatos han sido copartícipes de los planteamientos del bipartidismo en materia laboral”, dice . José Aranda Escudero admite,
no obstante, que enviar al trastero de la historia a ambas
organizaciones no va a ser fácil, pues a lo largo de los 30 últimos años
éstas han ido creando una hermética y sólida "red clientelar" que no va ser sencillo desarticular.
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