Para Vargas Llosa “Maduro es un dictador” que permite algunos “márgenes en los que la oposición puede moverse todavía”, dijo el escritor.
Agregó que si estos espacios de legalidad se cierran, “existe la acción del ajusticiamiento como ocurrió en el caso de Trujillo”.
Cabe destacar que Vargas Llosa se refiere a Rafael Leonidas Trujillo, uno de los dictadores más sangrientos de América Latina, y que murió en una emboscada a tiros el 30 de mayo de 1961. En aquel caso, sin embargo, Trujillo era un anticomunista convencido que defendia, al contrario, la misma ideología que abandera el escritor peruano (peruano por nacimiento, pero vendepatrias por convicción).
En el caso de Trujillo, se trataba de un dictador odiado por el pueblo,
impuesto por la fuerza de las armas (entre ellas, las norteamericanas) y
proclive a defender los intereses de Washington en República
Dominicana, tal y como hace Vargas Llosa en Perú y con respecto a
cualquier país, mientras que Maduro ha sido elegido democráticamente, es
el presidente legítimo de Venezuela, sostenido por su pueblo, y no es
sumiso, y eso es lo que duele al mercenario de la pluma, a los intereses
de Washington (y eso que su política no es, precisamente, ni mucho
menos, convertir a Venezuela en una dictadura del proletariado).
Por cierto, que el títere de la CIA, el tal Trujillo, está enterrado en un pequeño cementerio de El Pardo, Madrid, acogido por otra de las múltiples marionetas de EE.UU. en el mundo, Francisco Franco.
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