Sí, sí, amigos ¿de qué legalidad mancillada, conculcada, vilipendiada, atacada… habla esta gente? ¿De qué legalidad habla, por ejemplo, con una voz y una pose propios más bien de una “seño” de primaria, la “niña”, la juvenil vicepresidenta del Gobierno del caduco Rajoy cuando se dirige a los españoles, después de presidir (es un decir) el Consejo de ministros y a retranca de los hechos y palabras del president Mas, para decirnos muy bajito que este señor es muy malo, se está saltando la ley a la torera, está poniendo en serio peligro la unidad de España y si sigue así acabará siendo perseguido por ”el hombre del saco” y arrojado a las tinieblas?
¿De qué legalidad habla continuamente (su trata-traca repuntó
espectacularmente el pasado verano cuando hacía manitas con la füher
Merkel, alcanzó su apogeo hace solo unos días tras lamerles el culo
político, con perdón, a los altos dirigentes chinos y en la mañana de
hoy lunes 29 de Septiembre ha vuelto a las andadas, sin preguntas, por
favor) el señor jefe de la anterior, el abortista sobrevenido (cuidado
con los obispos, Mariano) y todavía presidente del Ejecutivo, señor
Rajoy, que lleva meses y meses sin hilvanar una sola frase, por pequeña
que sea, que no lleve inmerso en su seno el respeto escrupuloso a la Ley
en general y a la suya en particular?
¿A qué legalidad se refiere también, al unísono y siguiendo directrices
de lo alto, la “canalla mediática” española que, conociendo desde hace
meses la que se nos venía encima, ha estallado este fin de semana pasado
en una orgía de descalificaciones perversas, insultos groseros,
improperios rebuscados y amenazas surtidas contra todo lo que huela a
catalán, incluyendo, por supuesto, a la bestia negra que dirige en estos
momentos la Generalitat, a todos y cada uno de sus consejeros,
ayudantes, asesores y colaboradores y, también, a los cabezas de lista
de todas las fuerzas políticas que secundan su “alocada aventura
secesionista”; o sea, a la amplia cohorte de traidores que en estos
momentos atentan contra la sagrada unidad de la sempiterna España?
Y
qué legalidad tienen in mente, por último, los numerosos ciudadanos,
muchos de ellos de buena fe o autoengañados y otros muchos evidenciando
un arraigado analfabetismo funcional que les corroe por dentro, que
llaman a diario a determinados medios de comunicación (oficiales y de la
derecha católica) echando espuma dialéctica por la boca y gritando a
pleno pulmón en cuanto les dejan (que es casi siempre) aquello tan
manido y propio de otra épocas que dice: ¡Que nos quieren romper
España!?
Pues sí, sí, amigos ¿de qué legalidad habla toda esta gente? Pues según
todos los indicios parece ser ¡cosas veredes, Sancho! que en el colmo de
la desvergüenza, el cinismo, la caradura de titanio, y el afán de tomar
el pelo al personal, todos estos probos ciudadanos patrioteros de a pie
que acabo de mencionar, el todavía presidente del Gobierno, señor
Rajoy, su niña política la angelical “Vice” (¡menuda vicepresidenta en
funciones de presidenta del Ejecutivo y ministra de Justicia, menos mal
que no nos ha declarado la guerra estos últimos días el peligroso EA,
Estado andorrano, nada que ver con el EI de los barbudos yihadistas que
bastante tienen con aguantar a diario el bombardeo de todo dios!), y la
panda de plumas de alquiler, periodistas de carnet y sin él pero con
mucha cara, mensajeros del desastre y lameculos del poder de toda índole
tanto en papel como en digital…se están refiriendo, cuando hablan de
respetar las sacrosantas leyes de este Estado corrupto en el que vivimos
y la modélica Constitución del 78 ¡toma ya! ¡a la
superlegalidad a nivel nacional surgida en este país el 18 de julio de
1936 por cuenta de la entrepierna de un militarote africanista, desleal y
genocida, que se alzó en armas contra la única y verdadera legalidad de
entonces: la Segunda República española! Desencadenado con
semejante acción criminal una pavorosa guerra civil y una silenciosa
represión posterior que mató a medio millón de españoles, envió al
exilio a otros quinientos mil, hirió a más de un millón (casi la mitad
con secuelas irreversibles) y devastó y empobreció para décadas al país
entero. Ordenamiento legal golpista propiciado por el singular cafre
castrense (el tal Franco) a cuyas órdenes trabajó en su día como
ministro ¡qué curioso! el insigne fundador del democrático Partido
Popular de nuestros días y que, con el maquillaje pseudo democrático
pertinente, ha durado hasta nuestros días debiendo ser respetado por
todos los españoles y, no digamos, por los catalanes. Y el que no lo
haga ¡hala! al TC (Tribunal Coyuntural), que ya se encargará de
paralizar cualquier desvío inconveniente del mismo, castigando de paso a
los traidores a la patria.
Aunque pensándolo bien, quizá todos personajes y personajillos de la
política y de la calle que acabo de citar, se refieran a la legalidad
representada estos últimos años (hasta junio pasado) por el monarca Juan
Carlos I de España (y II de La Moncloa) que fue nombrado a dedo por el
dictador africanista “heredero a título de rey” (no le otorgó el de Papa
porque no le salió de donde todos sabemos), un redomado sinvergüenza
que nos hemos debido tragar los españoles casi cuarenta años y que ha
hundido a este país en la pobreza y la corrupción más absolutas; y a la
institución por él representada en el descrédito y la animadversión de
la mayoría de sus ciudadanos.
O
tal vez la legalidad a cumplir por todos los catalanes (incluido el
presiden Mas), a ojos de nuestros dirigentes políticos y sociales, sea
más bien la que lleva tras de sí el nuevo monarca Felipe VI, el Breve,
colocado a traición este verano en la cúpula del Estado por el
detestable binomio Rajoy- Rubalcaba, un NI-NI VIP (que ni estudia ni
trabaja, solo viaja y lee papelitos) y al que, parece ser, lo que le
gustaría en realidad es ser un top model (masculino claro, que yo no sé
como se las gasta con la Leti) al servicio de algún sastre militar de
renombre ubicado en Zaragoza (los hay muchos y muy buenos) vista la
cantidad de uniformes militares que se marca últimamente y el salero que
pone al saludar reglamentariamente al personal.
Pues voy a terminar recordando un viejo refrán español muy conocido: “El
que roba a un ladrón, tiene cien años de perdón”. Pues aquí y ahora, en
este preocupante e histórico otoño que hemos empezado a vivir todos los
españoles, yo me voy a permitir impartir sentencia con otro muy
parecido: “El que desobedece las leyes ilegítimas e ilegales de un
Régimen de naturaleza golpista, no solo tendrá el perdón asegurado sino
la gratitud y el reconocimiento de millones de españoles que llevamos
años luchando contra él” Ya se sabe, y pongo punto final: “Los enemigos
de mis enemigos son mis amigos
Amadeo Martínez Inglés es coronel, escritor e historiador
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