lunes, 19 de mayo de 2014

No a la Unión Europea antisocial, antidemocrática y militarista



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Declaración de partidos y organizaciones marxista-leninistas de Europa |
No está a la orden del día la recuperación de la economía capitalista mundial. Continuamente nos dicen que esa recuperación es para mañana, mas para la mayoría de los países es estancamiento, e incluso recesión. Los llamados países emergentes están a su vez atrapados por la crisis.

En la Unión Europea (UE), los gobiernos de derecha, los socialdemócratas, los de coalición, imponen brutales políticas de austeridad, y la Comisión Europea se encarga de controlar la estricta aplicación de esas medidas. En la zona euro, esta Comisión ejerce incluso un control a priori de los presupuestos de los gobiernos, para asegurarse de que cumplen los criterios neoliberales de recorte de los presupuestos y del endeudamiento del Estado. El dogma neoliberal de la reducción del endeudamiento de los Estados al 3% del PIB, se ha convertido en la “regla de oro” recogida en el tratado Merkel-Sarkozy (el «pacto fiscal»), auténtico artefacto de guerra contra los logros sociales, la protección social, los servicios públicos.
La ofensiva de los patrones, de los gobiernos y de la Comisión Europea se centra en la reducción drástica de los salarios y el aumento de la productividad que, combinadas, permiten el aumento de los beneficios de los monopolios. La crisis es un formidable pretexto para generalizar la flexibilidad y cuestionar los derechos y logros de la clase obrera y las masas trabajadoras. La política de mega austeridad impuesta por la troika (Banco Central Europeo, Unión Europea y Fondo Monetario Internacional) a Grecia, aplicada por el gobierno de coalición entre la derecha y la socialdemocracia, provoca un desastre social, un retroceso sin precedentes del nivel de vida, un descenso de la esperanza de vida y del nivel de la salud de la población, sin olvidar la gran cantidad de jóvenes y de trabajadores cualificados que han abandonado su país con la esperanza de encontrar trabajo en otro. Pasa lo mismo en España, en Italia, en Portugal, donde el desempleo alcanza porcentajes enormes entre los jóvenes y donde millones de familias viven por debajo del nivel “oficial” de pobreza.
Para los trabajadores y los pueblos, para la juventud, para la mujer de las capas populares, la UE es sinónimo de política de austeridad, de retroceso social, de provocar la competencia de todos contra todos, de dumping social, de desempleo masivo, de miseria. En todos los países de la UE, la clase obrera y las masas trabajadoras encabezan el rechazo de esta política: protestas masivas, huelgas, manifestaciones, movilizaciones que sacan a la calle millones de personas, de trabajadores de la ciudad, del campo, de jubilados… de todas las víctimas, en fin, de esa política. Los medios de «información» controlados por los monopolios y a su servicio silencian estas manifestaciones; la oligarquía financiera y sus gobiernos, la Comisión Europea, temen ante todo que esas luchas, que ese combate que se libra contra una misma política, refuercen a unos y otros, o sea la clase obrera y las masas trabajadoras, y que estas tomen conciencia de su fuerza y de sus intereses comunes y movilicen en la lucha a todas las capas víctimas de la política de austeridad.
Para imponer su política de austeridad y competitividad, la oligarquía financiera, los monopolios, los bancos… no vacilan en colocar gobiernos no elegidos, alianzas gubernamentales que incluyen a partidos de extrema derecha, e imponer normas y directivas europeas con fuerza de ley por encima de los gobiernos, los parlamentos y las instituciones nacionales. De esa forma, en Italia la troika comenzó por imponer un primer gobierno no elegido y ha dado su apoyo a un tercer gobierno, tampoco elegido, dirigido por un liberal reformista que trata de acelerar la aplicación de medidas antiobreras y un sistema presidencial autoritario. Austeridad “rima” con reacción: a más represión contra todos los que se oponen, mayor criminalización de la protesta social.
Todo ello subraya el carácter antisocial y antidemocrático de la UE. El verdadero Poder está en manos de los jefes de Estado y de los gobiernos y de una Comisión Europea no elegida, que decide y elabora directivas que se imponen a los Estados, bajo la presión de representantes de los lobbies de los monopolios. El Parlamento Europeo discute pletórico, pero sus decisiones tienen poco efecto. Sirve de garantía «democrática» a una UE que no lo es.
Una UE que se protege tras un arsenal de leyes, de barcos militares, de barreras, para cazar a los que intentan emigrar, apelotonados en pateras de las que miles se han hundido en el Mediterráneo. Con «Frontex»,[1] los campos de internamiento, como el de Lampedusa, las murallas de alambradas, etc., esta «Europa fortificada» pretende defenderse contra hombres y mujeres que huyen de la miseria, de las guerras de las que es responsable la misma Europa.
Es la UE la que hoy interviene militarmente en Centroáfrica, una intervención decidida y aplicada en primer lugar por el imperialismo francés, que pidió ayuda a sus aliados de la UE. Algunos gobiernos enviaron tropas, otros apoyan logísticamente, pero ninguno ha condenado esta intervención que se convierte en un cenagal, como todas las intervenciones militares imperialistas en África. Su principal objetivo es mantener el dominio neocolonial, el control de las fuentes de materias primas, concretamente los yacimientos de uranio. Las potencias imperialistas más agresivas y belicistas de la UE, concretamente el imperialismo francés, el británico y cada vez más el imperialismo alemán, desempeñan un papel particularmente peligroso y reaccionario para llevar a la UE a dotarse de medios militares para defender “sus” intereses, concretamente en África, considerada como un “coto de caza”. Esta política, aplicada en estrecha colaboración con el imperialismo de los EEUU, engulle miles de millones y empuja hacia la militarización de todos los países de la UE. Es una política dirigida directamente contra la lucha de los pueblos de África que se baten para liberarse de la dominación imperialista y de sus instrumentos, que son las camarillas reaccionarias en el poder.
La Comisión Europea negocia en secreto desde hace meses las formas de aplicar el Acuerdo Transatlántico con los representantes del gobierno, el Ministerio de Comercio y las grandes empresas estadounidenses. Es un tratado de «libre intercambio» neoliberal, que romperá las normas de protección de la calidad de los alimentos y del medio ambiente, y ampliará la apertura de los mercados, particularmente lo público, para satisfacer la voracidad de los monopolios. Esos acuerdos permitirán a los monopolios llevar a los Estados ante un tribunal privado que los puede condenar por dificultar la «libre» competencia. Es un tratado presentado por Obama como una «OTAN» comercial destinada a combatir el potencial económico de China y otros competidores de la alianza EEUU-UE, según la fórmula: «unámonos contra el resto del mundo y vayamos juntos en la guerra económica por la conquista de mercados y el control de las materias primas y de las fuentes de energía». Ese acuerdo es una verdadera máquina de guerra contra los trabajadores y pueblos de todo el mundo, utilizando la competitividad de todos contra todos. Los únicos beneficiarios de la «competencia libre, sin trabas», son los monopolios más poderosos. Es urgente que en todos los países de la UE se desarrolle un amplio movimiento para exigir la retirada de esas negociaciones.
Esta política lleva a la peligrosa situación que existe actualmente en Ucrania y en toda la zona, y amenaza con degenerar en una confrontación militar de gran amplitud.
El origen está en las contradicciones interimperialistas, con la política de expansión de la UE hacia el Este, bajo el impulso del imperialismo alemán, que pretende reforzar su liderazgo en el seno de la UE para aprovechar así, más aún, la competencia entre las potencias imperialistas a nivel mundial.
Ucrania es un país grande, con recursos importantes y una posición geoestratégica esencial para Rusia. Empujar a Ucrania hacia la influencia de la UE, es asestar un duro golpe a las pretensiones de Rusia de convertirse en una gran potencia imperialista. Eso nadie lo ignora; sin embargo, es exactamente lo que han hecho los dirigentes de la UE al apoyar a las fuerzas reaccionarias, incluidas algunas abiertamente fascistas, que mediante un golpe de Estado se han hecho con el poder.
Putin ha reaccionado inmediatamente. El imperialismo de EEUU, abiertamente, ha tratado de gestionar la crisis y de colocarse a la cabeza de sus aliados europeos, que desde hace años tienen lazos económicos con Rusia: el imperialismo francés vende armas a Rusia; el imperialismo alemán depende en buena medida del gas ruso; el imperialismo británico necesita los millones de la oligarquía financiera rusa; y gran parte del gas que consumen los países de la UE llega por los gasoductos ucranianos. Aprovechando esta crisis, la OTAN se despliega al Este, cada vez más próxima de las fronteras de Rusia, lo cual atiza la tensión.
Las grandes potencias imperialistas directamente implicadas en esta cuestión se plantan cara. Hoy ninguna quiere una confrontación militar directa, pero en la región existe una situación de inestabilidad que impulsa la militarización. La UE es cada vez más claramente un bloque imperialista cuyas ambiciones hacen peligrar la paz. Cierto es que no existe unidad total, pero es la marcha que las potencias imperialistas dominantes imponen y desarrollan en nombre de la UE.
Al respecto hay que subrayar la identidad de puntos de vista entre los partidos socialdemócratas y los partidos conservadores. Todos ellos han aprobado el apoyo a la extrema derecha en Ucrania y que la OTAN vuelva a ocupar el primer plano de la escena. Es ilustrativa la forma como ha sido saludado por todas las fuerzas el nombramiento de Stoltenberg, dirigente de la socialdemocracia noruega, como secretario general de la OTAN.
El conjunto de esta política es firmemente rechazado por los trabajadores y los pueblos. La protesta crece por todas partes. Las fuerzas progresistas, revolucionarias, las fuerzas antiimperialistas, los partidos y organizaciones marxista-leninistas tienen el ineludible deber de ponerse a la cabeza de esta protesta que atañe a todas las capas populares, y en primer lugar a la clase obrera. Ponerse a la cabeza de esta protesta conlleva combatir sin cesar la política de austeridad, y a los gobiernos y a la UE, que la imponen. Es apoyar las reivindicaciones y las luchas de los trabajadores y de los pueblos contra el carácter antidemocrático de la UE, contra la naturaleza imperialista de su política y contra la negación del derecho de los pueblos a decidir su futuro.
Las fuerzas reaccionarias, la extrema derecha, grupos y partidos abiertamente fascistas, quieren manipular esta protesta y llevarla por la peligrosa vía del nacionalismo, de la división, de la xenofobia. Para ellos el enemigo no es el sistema capitalista, sino los otros pueblos, o los «extranjeros». Esas fuerzas quieren utilizar las elecciones europeas para reforzarse, para hacer elegir sus diputados y beneficiarse de los medios financieros de la UE para extender su propio trabajo.
Los partidos y organizaciones marxista-leninistas firmantes de esta declaración desarrollaremos nuestro análisis de la naturaleza de la UE y de su política, y daremos a conocer nuestras posiciones con ocasión de las elecciones. Estas elecciones están concebidas a imagen y semejanza de la construcción europea: son una caricatura de democracia.
En los países donde haya fuerzas que se presenten a esas elecciones con posiciones de lucha contra la UE, contra la austeridad, la reacción, la guerra, llamamos a votar por esas listas.
En aquellos países en que no sea ese el caso, en los que la elección está entre fuerzas que apoyan a la UE y las que critican algunos aspectos pero no ponen en duda sus fundamentos ni sus objetivos, y siembran ilusiones sobre la posibilidad de reformarla, no apoyamos ninguna de esas listas y llevaremos a cabo una política activa a favor de la abstención.
En los países en los que fuerzas progresistas luchan por la salida de su país de la UE y cuentan con un apoyo popular, donde participan en amplios frentes que presentan listas sobre esas bases, llamamos a votar por ellas. Haremos conocer esas listas en el plano internacional, sobre la base del derecho de los pueblos a decidir por sí mismos. Denunciamos el chantaje, cualquier tentativa de ocultar su lucha o manipular su naturaleza, su sentido o el objetivo de esas posiciones.
Y en todos los casos, señalamos los siguientes ejes:
Abajo la UE imperialista
  • Alto a la política de austeridad de la UE
  • No a la Europa que criminaliza la protesta popular
  • No a la UE de la austeridad y de la reacción.
  • No a la política guerrera de la UE
  • No al Tratado Transatlántico
  • No al proyecto de los Estados Unidos de Europa
  • No a la Europa imperialista
  • Por el derecho de los pueblos a salir de la UE
  • Sí a la solidaridad entre los trabajadores y entre los pueblos.

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