jueves, 8 de mayo de 2014

Una pregunta a modo de autocrítica: ¿qué hemos hecho hoy para derrocar al capitalismo?




Los datos vertidos por el CIS (Centro de Investigaciones Sociológicas), pese a que antes de hacerse públicos pasan una y otra vez por decenas de cocinas manipuladoras, son contundentes: el régimen vive su peor momento desde su instauración. No se salva ni la clase política, ni la monarquía, ni las instituciones…, en fin, las columnas vertebrales de este sistema no soportan más peso.
La crisis económica del capitalismo ha golpeado con tanta fuerza en millones de familias que éstas devuelven asco y desidia hacia los gerifaltes, y así lo hacen saber en las encuestas, en el tajo, en la calle, en los centros de estudios, en los comedores sociales o en la cola del paro. Llegado este punto es lícito preguntarnos qué esperar para darle el empujón final hacia el abismo o, lo que es lo mismo, qué falta para poder hacerlo.
En primer lugar ganas, mucha gente se aproxima a esta realidad con paños calientes y reformas en las manos para detener la hemorragia. Parten de la base, desde nuestro punto de vista muy errado, que el sistema bien administrado, con más justicia social y menos corrupción, puede salir adelante. Falta también cantidad y organización. Cierto que la movilización del 22M fue un hito donde miles de personas acudieron con las ideas claras, sabiendo que el problema no es derivado de este o aquel partido que nos gobierna sino del propio régimen, pero lo es también que para tumbar el orden establecido hace falta más que una manifestación, por muy numerosa que sea. Organizarse en cada barrio, sin enseñar mucho las siglas de cada cual, es una tarea tan urgente como necesaria. Que no sigan pasando los días y tengamos que contestar a la pregunta que plantea el titular con un triste “nada”. Estamos ante un buen momento, es absurdo esperar en las casas viendo el televisor a que el régimen caiga por su propia inercia o que tome aire y mejore parcialmente de su enfermedad terminal.
Es cierto que las elecciones del 25M distraen la atención de los objetivos, pero el 26 de mayo, por ejemplo, es un buen día para seguir haciendo camino.

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