domingo, 11 de mayo de 2014

Violencia política


Lamentablemente existen demasiadas formas de violencia: de género, sexual, en las escuelas, verbal, racial, etc. Violencia, es aquello que amenaza con hacer daño o someter gravemente a un individuo o a una colectividad, afectando de tal manera, que limitan sus potencialidades presentes o futuras; permite que la voluntad de uno se imponga sobre la de otro por la fuerza, construyendo relaciones interpersonales basadas en la desconfianza y/o el miedo.

Se puede considerar  persona violenta a aquella que no aplica la razón, que se niega a dialogar, sin ningún ejercicio de empatía y obstinada a actuar, pese a quien le pese y caiga quien caiga.
Como violencia política, según referencias varias, podemos encontrar acciones tales como el genocidio, la violación de los derechos humanos, las guerras, la insurgencia, el terrorismo, la tortura, etc. Pero, a donde yo quiero llegar es a la violencia emanada de los poderes políticos hacia la ciudadanía, que en los últimos tiempos se ha vuelto un tanto descarada.
El PP ha gobernado con leyes de hierro, de tal dureza que generan el miedo en la población. Miedo en los trabajadores/as con reformas laborales creadas a medida de los intereses empresariales, y viendo cómo sus derechos menguan a la par que sus salarios. Miedo en los pensionistas y potenciales perceptores a que sus pensiones no sean suficientes para la subsistencia básica, en muchos casos, o ante la imposibilidad de acceder a ellas por una serie de requisitos impuestos, donde casi se equipara la edad de jubilación a la misma esperanza de vida, entre otras. Miedo entre los estudiantes y sus familias, porque tal vez, algún día, no puedan permitirse el lujo de cursar estudios superiores por culpa de la nueva ley de Educación, hecha sin un mínimo consenso, y caminando hacia una sociedad clasista, donde sólo podrán formarse aquellos que tengan recursos económicos suficientes y donde otros deciden por ti. Miedo generado entre la cuidadanía en general, con la subida de impuestos directos e indirectos; Miedo tenemos como enfermos, como mujeres dueñas de nuestro cuerpo, como consumidores de productos básicos... y la lista no termina, estamos sólo a mitad del mandato y esto no parece tener freno.
Lo último con lo que nos deleita este gobierno es con la reforma que pretende hacer sobre la ley de la protección de la seguridad ciudadana. Con la introducción de la nueva figura de “responsable solidario”, entre muchas otras novedades, donde es igualmente responsable, poniendo un ejemplo, el autor directo de una falta como el convocante de una manifestación, sea por el medio que sea y aquí, el miedo se multiplica. ¿Qué convocante en qué organización o grupo de ciudadanos se atreverá a convocar a una manifestación para hacer ver al gobierno que no se está de acuerdo con algo? ¿Se arriesgaría a una multa de hasta 600.000 euros?
Según el propio anteproyecto dice textualmente: “El derecho de manifestación se ha ejercido ampliamente en los dos primeros años de esta legislatura...” ¿Eso no le dice nada al gobierno? ¿Acaso no se dan cuenta de lo que está pasando en este país? ¿Acaso no es su deber escuchar al pueblo que representan dado que presumen de democracia?
¡Espera un momento!, que estamos hablando de violencia política y no de democracia, claro, ahora encaja todo… persona violenta… aquella que no aplica la razón, que se niega a dialogar, sin ningún ejercicio de empatía y obstinada a actuar pese a quien le pese y caiga quien caiga…
Supongo que para el gobierno es preferible no preguntar, no tener en cuenta lo que gritan (y siguen gritando) en la calle miles de personas, es mejor sacar una ley tras otra para disfrazar de legitimación una imposición pese a quien le pese. Es más fácil limitar que salgamos a protestar, así no molestamos, y poder seguir imponiendo su voluntad sobre la de otros por la fuerza, tranquilamente.
Sí, siento violados mis derechos, siento cada vez más reducida mi voz en esta desmembrada democracia, siento que se burlan de mí cuando justifican sus actos por una crisis a la cual yo no he contribuido, y al tiempo, de forma descarada, rescatan  bancos con el dinero de mi bolsillo “porque hay que hacer sacrificios en estos tiempos difíciles que nos han tocado vivir”. Y sí, tengo miedo, miedo de que el miedo de todos sea tan grande que no podamos cambiar esta locura… Pero siempre hay un hilo de esperanza que brilla entre las tinieblas, lo hay. Hay personas que luchan, que gritan, y ese camino sí lo puedes tomar libremente.
Yurena Monserrat Cabrera es miembro del colectivo Voces Transversales

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