En las próximas elecciones europeas la mayoría de los españoles no votarán por ningún partido, eso es lo que reflejan las escasas encuestas que han tenido en cuenta la posible participación electoral en los próximos comicios. Se puede decir por tanto, que ninguno triunfará en las elecciones, porque ninguno habrá sido aceptado como representante por la mayoría, y al mismo tiempo que todos los partidos políticos serán rechazados en su conjunto, como representantes democráticos en el Parlamento Europeo.
¿Qué ocurre en una democracia cuándo la mayoría de los
electores deciden no acudir a las urnas?, este es uno de los fenómenos menos
estudiados de la ciencia política, posiblemente porque los que paguen los
estudios sean los interesados en que no se estudie correctamente otra cosa que
la participación.
Veamos algunas cuestiones relacionadas con la abstención
Legitimación del sistema: evidentemente, cuando la mayoría
decide no acudir a votar por ningún partido, decide al mismo tiempo no legitimar
lo que ocurre, o dicho de otra forma, no participar voluntariamente en lo que
ocurre, concediéndole de forma subrepticia su apoyo al sistema electoral, a la
representación que concede, a los que se ofrecen como representantes, o al
mismo proceso de ratificación democrática de lo ocurrido, pero también hay una
proposición teleológica, no legitimar lo que ocurrirá.
Punto de inflexión: está claro que una abstención mayoritaria
conduce a una ruptura con la continuidad de lo que existe, es una advertencia a
aquellos que se presentan a las elecciones de que su oferta no cumple con las
expectativas de la mayoría de electores con derecho a voto, y evidentemente
obliga a los oferentes a cambiar sus propuestas para próximos eventos
electorales.
Rechazo de la democracia como espectáculo: cuando una mayoría
no vota, no quiere decir que pasen de la democracia, sino precisamente lo
contrario, por creer en la democracia no pueden aceptar un sistema que sólo
favorece al poder y a aquellos que aspiran a detentarlo. La ausencia de
isocracia, igualdad entre representantes y representados, se mide por los que
no acuden a las urnas, más que por aquellos que lo hacen aceptando la
timocracia que les ofrecen. En realidad, en España, se vive una forma de sufragio
restringido, pues sólo se puede votar por aquellos que ofrecen
los partidos políticos, elegidos por las cúpulas de los partidos para formar
las listas y no directamente aquellos que eligen los ciudadanos para ser votados. El aspecto censitario se ha
invertido, antes sólo podían votar los que tenían recursos, hoy sólo pueden ser
votados los que pertenecen a las élites partidarias.
Rechazo de la democracia como consumo: cuando la oferta
electoral se convierte en un bien (o mal) de consumo, los consumidores pueden
decidir no consumir lo que se ofrece como cualquier otro producto, la
diferencia es que cuando se ofrece un producto en el mercado, es la empresa la
que paga la publicidad y la promoción, sin embargo en el caso de la política,
los consumidores potenciales están obligados a pagar la propaganda y la
promoción, aunque no vayan a consumir el producto que les ofrecen.
Lógica defensiva: si votar por cualquier alternativa sólo
puede cambiar el color de los que mandan, cuando una mayoría se abstiene rompen
la inercia del turnismo en el poder, y rechazan que sigan ejerciendo su mandato
desde el despotismo. En este país no hay Presidente del Gobierno que no haya
mentido a los españoles en las campañas electorales, ofreciendo algo que no iba
a cumplir e incluso lo contrario de lo que iba a hacer. Es necesario defenderse
de aquellos que no respetan su palabra, ni a aquellos a quienes se la han dado.
Creer en la democracia: los abstencionistas que deciden
voluntariamente no acudir a las urnas para no sancionar con su voto un sistema
que carece de condiciones democráticas, o que se ha establecido incumpliendo la
Constitución, las leyes o la confianza depositada en su obligación de servicio
público, son precisamente los que más creen en la democracia, pero además los
que denuncian con su ausencia la impostura y la usurpación a que la democracia
es sometida por aquellos que tras las elecciones se olvidan de que su poder ha
sido conferido por sus electores, exclusivamente para cumplir las leyes, no
beneficiarse de su posición, no incrementar sus privilegios a costa de
perjudicar a sus votantes, no olvidarse de que deben explicaciones de sus
conductas reprobables cuando son explícitas como en la situación actual en
España.
La democracia en su origen, fue la defensa de los débiles contra los
poderosos: parece que se ha olvidado en este país, o quizás no se haya sabido
nunca, que la democracia es un sistema cuyo origen se estableció en Grecia
precisamente para limitar el poder de aquellos que por su extrema ambición, por
sus abundantes recursos, por su organización sectaria, o por su afán
pernicioso, pecaban de desmesura y tomaban más de lo que les correspondía, al
ocupar un puesto público. Los griegos podían condenar de diversas maneras esta
actitud hipócrita a la que denominaban hibrys en los tribunales públicos, incluso
con la muerte, pero también con penas como la cárcel o el exilio y repudio al
que denominaban ostracismo, por algunos años o de por vida.
Como expuso Pierre Joseph Proudhon con acierto, la democracia es hija de la libertad, no su madre, de lo que es fácil deducir que cuando
un ciudadano decide abstenerse en una representación demagógica, está
ejerciendo su libertad al mismo tiempo para que algún día pueda existir
una auténtica democracia. Cuando
la democracia se ha transformado en despotismo como ocurre actualmente
en España, es necesario regresar a la libertad de no elegir aquello que
sólo es la representación de una farsa a la que los poderosos denominan
sin rubor: democracia, por supuesto que es democracia, pero sólo
para ellos, para los demás no lo es cuando sólo sirve para que las
instituciones partidarias habiten la corrupción generalizada,
esquilmando y oprimiendo a aquellos a los que debieran representar y
defender de los delincuentes y farsantes.
Sin duda la abstención electoral puede ser interpretada de numerosas formas, pero hay algo que siempre estará claro, el que no acude a votar por nadie no podrá ser considerado responsable de lo que hagan aquellos que han sido elegidos en representación de partidos que han actuado de forma irresponsable en plena impunidad, o aquellos que esperan a participar del mismo sistema sin siquiera denunciarlo desde la complicidad. Cuando un sistema concede privilegio a los irresponsables sobre los responsables, ha llegado la hora de apartarse y dejarlo caer.
Sin duda la abstención electoral puede ser interpretada de numerosas formas, pero hay algo que siempre estará claro, el que no acude a votar por nadie no podrá ser considerado responsable de lo que hagan aquellos que han sido elegidos en representación de partidos que han actuado de forma irresponsable en plena impunidad, o aquellos que esperan a participar del mismo sistema sin siquiera denunciarlo desde la complicidad. Cuando un sistema concede privilegio a los irresponsables sobre los responsables, ha llegado la hora de apartarse y dejarlo caer.
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