lunes, 5 de mayo de 2014
Manuel Pérez Martínez
Informe político al III Pleno Ampliado del Comité Central
Bandera Roja, núm. extraordinario, noviembre de 1976
El III Pleno Ampliado del Comité Central tiene lugar en medio de grandes oleadas de la lucha de clases, cuando el fascismo, que ha visto fracasar estrepitosamente su última maniobra demagógico-reformista, ha emprendido una nueva escalada represiva contra las masas populares, sus organizaciones u hombres avanzados, lo que irremediablemente aboca al país a una guerra civil revolucionaria.
La
particularidad más señalada del momento, y es lo que impide toda otra
salida que no sea la lucha abierta, consiste en que a la crisis política
que desde tiempo atrás viene arrastrando el régimen, sus instituciones y
sus métodos tradicionales de dominio, se le ha venido a unir la crisis
económica capitalista, la cual les impide a los monopolistas y a sus
fieles lacayos llevar a cabo cualquier maniobra política. Esta situación
conduce a las masas a desprenderse con facilidad de todos los
prejuicios ideológicos y políticos burgueses y las impulsa a la lucha
resuelta, sumiendo al sistema en una crisis general, crónica y
permanente.
Hoy podemos decir que hemos llegado a ese punto tras el cual los de arriba ya no pueden seguir gobernando como lo hacían antes, ni podrán hacerlo de ninguna otra manera, y los de abajo,
no sólo no pueden, sino que tampoco se conforman a seguir viviendo como
hasta ahora. Tal es el profundo significado del proceso revolucionario
que está abierto en nuestra país.
En España
los problemas no pueden ya solucionarse mediante votos, y es en el
terreno militar donde se plantea, inevitablemente, el combate y la
victoria. Rehuir este combate es rehuir la lucha por la libertad, ni más
ni menos; equivale a dejar siempre la decisión de la lucha de clases en
manos de los esbirros armados del capitalismo. En las actuales
condiciones, el Partido del proletariado sólo puede actuar sin
disimular con ninguna clase de ‘pasos preliminares’, sin cubrir con
ningún subterfugio... la necesidad de una guerra encarnizada, sangrienta
y exterminadora como tarea inmediata de la acción que se avecina. Y
si la clase obrera ha de cumplir conscientemente su papel dirigente
necesita ante toda que su partido, que plantea la lucha en todos los
terrenos, le alerte en el inevitable de la lucha armada.
En los
últimos años la clase obrera, no sólo ha recibido el plomo fascista y ha
vertido decenas de veces su sangre, sino que también, con todas los
medios a su alcance, ha combatido y hostilizado a las fuerzas
represivas, les ha ocasionado numerosos muertos y heridos, les ha
opuesto barricadas y todas las formas de lucha violenta. Eso ha venido
acompañado de la imposición abierta de las asambleas, de las comisiones
de delegados, de la formación de piquetes y de otras muchas formas de
lucha democrática de verdad, del tipo más avanzado, al margen y en
contra de todo tinglado reformista y oficial. Por este motivo, un
partido que se esfuerce en dirigirla por ese camino sin regatear
sacrificios, que dote a las masas de una organización y unas fuerzas
capaces de hacer la lucha más efectiva y de llevarla a un levantamiento
armado general, podemos estar seguros de que no se aislará de ellas. Es
más, estamos convencidos por una larga experiencia de que, en las
condiciones de nuestro país, la única forma posible de forjar la unidad
del pueblo, de crear organizaciones políticas de masas y de impulsar el
movimiento de resistencia antifascista, pasa por el quebrantamiento del
aparato represivo del fascismo, por la demostración de su gran
vulnerabilidad y debilidad; pasa par eliminar hasta los últimos
vestigios del miedo y del terror que tratan de inspirar. Sólo de esta
manera se puede hablar de organización, de libertad y de unidad. Otra
cosa, como se está demostrando, no es más que pura charlatanería.
Sabemos que
los oportunistas de toda laya, toda esa gente cobarde y sin principios
jamás se ha propuesto hacer la revolución, sino que la combaten y han
pisoteado el marxismo-leninismo, nos acusarán de izquierdistas y
aún de cosas peores. A nosotros no nos sorprende eso en absoluto y lo
esperamos, pues siempre sucede en la historia de todas las revoluciones.
No obstante, una cuestión está bastante clara y ante ella nadie puede
escurrir el bulto:
Si nos hallamos metidos de lleno en un proceso revolucionario, como sostiene nuestro Partido o, por el contrario, en unperiodo de transición pacífica del fascismo a la democracia como
sostienen todos los partidos y grupos oportunistas, es indudable que de
cada una de estas dos apreciaciones se derivan una estrategia, una
táctica y unos métodos de lucha completamente diferentes y que, en la
práctica cotidiana, se tienen que enfrentar. ¿Tránsito a la democracia
parlamentaria burguesa o proceso revolucionario abierto hacia el
socialismo? Hay que responder a esta pregunta porque, nadie la negará,
ésta es una cuestión de la mayor importancia. Según se responda su puede
tomar uno de los dos siguientes caminos:
Alinearse
junto a la burguesía monopolista contra las masas populares, colaborando
en la farsa reformista del fascismo; o bien encabezar a las masas en
sus luchas, desenmascarar a los que colaboran con los opresores y
explotadores y asumir todas las tareas y responsabilidades que ello
comporta. Así de claras son las cosas.
El monopolismo tiende a la reacción y no a la democracia
Como país
monopolista, España tiene unas características generales comunes con las
demás países capitalistas, en especial los europeos, y no es exagerado
decir que es de entre todos esos países, donde más agudizadas están las
contradicciones, donde están más a punto de saltar. Señalamos esto, ante
todo, contra aquellos que ven el camino a seguir en una oportunista y
forzada atenuación de la lucha popular para hacer retroceder al país a
un sistema de democracia burguesa.
Actualmente,
y pese a los esfuerzos que han venido haciendo por evitarlo, el
fascismo ha reducido al Estado de los monopolios a un completo
aislamiento, sin que tenga ninguna salida. La democracia burguesa, como
indicó, Lenin, corresponde históricamente al capitalismo premonopolista, al régimen económico de la libre competencia, en tanto que la reacción política corresponde al monopolio. Este es un hecho real, imposible de soslayar en el que debemos apoyarnos, y ante el cual lo
esencial... es saber si hay que seguir adelante, agudizando y ahondando
aún más las contradicciones que el imperialismo engendra o hay que
retroceder atenuando dichas contradicciones. Evidentemente para
cualquier revolucionario, no puede haber ni la menor sombra de duda ni
vacilación en la disyuntiva. Sin embargo, como hemos apuntado más
arriba, estamos asistiendo hoy en día a una campaña, que podemos llamar
gigantesca aunque no sea más que por lo desesperada, que en el interior
de los países monopolistas intenta, en nombre de los intereses obreros,
hacer retroceder el movimiento proletario y unirlo al carro del
imperialismo. Los impulsores de esta campaña, los revisionistas, los
socialdemócratas, etc., no hacen sino repetir las tesis de Kautski y sus
amigos, quienes decían que como mejor puede realizar el capitalismo su expansión es no por medio de métodos violentos, sino de la democracia pacífica.
¡Como si el capitalismo pudiera dejar de actuar de una manera distinta a
como lo hace: dejar de explotar a los obreros y de imponerles su
régimen por la fuerza!
La realidad es que, desde que Lenin fustigó
a los oportunistas de su época y demostró el grado de degeneración a
que habían llegado, muchas cosas han pasado en el mundo, y todas en el
sentido que, científicamente, desde una posición de principios previó Lenin.
¿Quién sería capaz de sostener que el monopolismo se ha tornado más
democrático? Desde el comienzo de siglo, los monopolistas han llevado a
cabo infinidad de guerras y saqueos coloniales, prepararon y
desencadenaron dos guerras mundiales y, aún hoy, están preparando una
tercera. En cuanto a su política interna no podía dejar de
corresponderse con la exterior. Los monopolistas han encontrado su
régimen más característico en el nazismo alemán, y hoy día, después de
derrotado éste, no es posible establecer, como intentan hacer todos los
oportunistas, una antítesis tajante entre la democracia burguesa y el
fascismo. El fascismo nace de esa democracia, es su criatura.
Es conocido el hecho de que tanto los fascistas italianos, como, sobre
todo, los nazis alemanes, subieron al poder por la vía legal burguesa según las normas establecidas por la democracia burguesa. Más claro todavía es el hecho de que fueron los llamados países democráticos,
los que apoyaron descaradamente las aventuras y agresiones fascistas,
les vendieron países enteros, les sacrificaron pueblos como el
checoslovaco, el polaco, el español, etc. Que ello no puede ser
considerado como el resultado de las vacilaciones de la
burguesía monopolista sino que, al contrario, se corresponde
directamente con la política que llevan los monopolios, lo han
ratificado ellos mismos multitud de veces. No faltará quien diga que, al
fin y al cabo, tras el fascismo vino la democracia en una serie de
países. Quienes así piensan parece que ignoran los grandísimos
sufrimientos y las riadas de sangre que costó a todos los pueblos del
mundo traer la democracia a esos países.
Pero con
todo, eso no significa que haya cambiado el carácter antipopular y
profundamente reaccionario del régimen político de la burguesía
imperialista. Después de la II Guerra Mundial, la reacción monopolista
no se detuvo, sino que como corresponde a la etapa de su derrumbe y sus
derrotas, esa reacción se ha acentuado. Y no podía suceder de otra
forma. Así pues, el fascismo no puede considerarse como un fenómeno
aislado y pasajero, ya superado y del que no quedarían más que algunos
restos. Por el contrario, la fascistización de las formas de poder de la
burguesía monopolista es la tendencia natural y la más señalada de
cuantas se observan en los países capitalistas. En esta época, el
aplastamiento sangriento de las luchas populares y de las huelgas
obreras, la conculcación de la propia legalidad burguesa, el empleo del
chantaje, de la intriga y del asesinato contra el movimiento obrero y
popular y sus verdaderas líderes, la creación de cuerpos especiales de
represión, etc., han llegado a adquirir carta de naturaleza, como
métodos normales de la lucha política de los monopolios, en todos los
países capitalistas. En todos se ha experimentado un enorme retroceso de
las libertades democráticas; en todos ellos la fascistización es un
proceso continuado. Los planes de emergencia, las leyes antiterroristas, la colaboración entre la policía de los distintos países, las operaciones puñetazo,
la continua preparación de las tropas para hacer frente a las masas,
etc., constituyen un conjunto planificado, para pasar en caso necesario y
sin grandes convulsiones ni cambios, a la reacción y al fascismo
abierto. Si hubiéramos de definir estos regímenes, la democracia burguesa
de nuestros días, habría que decir que son la contrarrevolución
organizada y presta a actuar militarmente sobre la revolución en
cualquier momento.
Es inútil, ante esa realidad, que los oportunistas argumenten con el peso de la opinión pública y
con que son las masas las que mantienen con su lucha las libertades
democrático burguesas. Ciertamente, los restos de libertades formales
que se conservan en muchos países no son dádivas del gran capital y
proceden, como siempre, del combate consecuente de las masas populares
contra la reacción. Pero la reacción, a su vez, crea y pone en práctica
nuevas formas de acción contrarrevolucionarias que van desde la compra
de los líderes corrompidos, hasta el asesinato político,
pasando por el control meticuloso e imperceptible, mientras la lucha de
clases no se agudiza, de todos y cada uno de los ciudadanos. Para luchar
contra esos nuevos métodos fascistas ya no vale oponerles viejas
tácticas obreras correspondientes a la época de la libre competencia,
cuando aún era posible, utilizar la legalidad burguesa contra el mismo
régimen burgués. No; hoy, junto a la defensa de esos restos de
democracia, hay que emplear formas nuevas que el movimiento
revolucionario de masas desarrolla sin cesar y que fueron ya descritas y
practicadas en la época de Lenin y de la III Internacional con
notable éxito. Esas nuevas formas de lucha ocuparán sin duda, un lugar
preferente en los combates venideros y son las que hoy corresponde
impulsar.
Hoy puede decirse, con mucha más razón que cuando Lenin lo
señalaba, que las actividades del proletariado en todo caso sólo a la
democratización pacífica, significaba estrechar y vulgarizar en forma
completamente arbitraria, el concepto del socialismo obrero. Lo que no
se desarrolla perece. Y un movimiento que se contente con conservar
algunas formas de libertad burguesa y no la utilice como palancas, no
ponga en práctica sobre todo nuevos métodos de lucha, está condenado a
perder incluso aquellas formas y verse reducido a la completa
impotencia. Y bien, ¿quiénes son los que depositan o quieren que las
masas depositen tan desproporcionadas esperanzas en la legalidad
monopolista? Son los mismos que allanaron el camino al fascismo,
desarmando a las masas frente a él la socialdemocracia y el
revisionismo, las distintas variedades del socialismo cristiano, etc.
El recurso a la lucha armada contra el imperialismo es una característica de la época actual
Como es sabido, el cretinismo parlamentario es uno de los rasgos más señalados de la táctica del revisionismo, que con frecuencia ha recurrido a refugiarse en un Engels falseado de arriba abajo. En su célebre Introducción a La lucha de clases en Francia, Engels plantea la táctica del proletariado para una época en la que la base capitalista.. tenía todavía... gran capacidad de extensión y
a la cual le corresponde un régimen de democracia burguesa. Analizando
las experiencias del proletariado alemán que, por entonces, constituía
la punta de lanza del movimiento revolucionario internacional, Engels resalta que aquel suministraba a sus camaradas de todos los países un arma nueva... al hacerles ver cómo se utiliza el sufragio universal.
A partir de
entonces los revisionistas y socialdemócratas han desarrollado el culto
al voto, oponiéndolo a la lucha revolucionaria de masas y a la lucha
armada, de la que Engels también da instrucciones. ¿Cómo enfrenta Engels este problema? Para él el voto, ante todo, se trata de un arma de gran efectividad en aquellas condiciones, por cuanto permitíautilizar las instituciones burguesas contra las instituciones mismas.
Por tanto, era obligado utilizar el voto, saber dominar esa forma de
lucha, pero en modo alguno como el instrumento fundamental y decisivo
para alcanzar la victoria sobre el capitalismo.
Además, como gran dialéctico revolucionario que era, Engels dista
mucho de quienes consideran que aquella situación podía prolongarse
indefinidamente. Por aquel entonces asomaba ya la época del imperialismo
y la burguesía comenzaba a clamar por romper aquella legalidad creada
por ella misma, pero que una táctica acertada del proletariado permitía
volver contra su régimen.
La
utilización revolucionaria del voto se correspondía, en definitiva, con
una situación de auge mundial de la burguesía y mientras se mantuviera
esa situación, permitía un compromiso, un estado contractual. Por tanto, advertía Engels, si la burguesía rompe ese contrato, la socialdemocracia queda en libertad y puede hacer con respecto a ustedes lo que quiera.
Como es sabido, el contrato quedó hecho trizas en 1914, con la guerra
imperialista y con la imposición en el interior de los países
capitalistas de la reacción más desenfrenada. Desde entonces el arma nueva del proletariado pasó a ser la huelga general política combinada con la lucha armada.
Engels,
que jamás estuvo afectado por ningún género de respeto supersticioso
hacia la legalidad burguesa, enfocó al mismo tiempo la cuestión de la
lucha armada desde un punto de vista práctico, y comprueba que dado el
desarrollo de nuevas armas y nuevas técnicas creadas por la burguesía en
ascenso, una victoria efectiva de la insurrección sobre las tropas en
la calle es una de las mayores rarezas. Lo que no significaba que los
combates callejeros no vayan a desempeñar papel alguno... sino que
deberán preferir el ataque abierto a la táctica pasiva de las barricadas. Con eso adelantaba uno de los aspectos más importantes de la táctica insurreccional, que desarrollarían más tarde genialmenteLenin basándose en la experiencia de la insurrección de Moscú y en el transcurso de la revolución socialista.
No habían de pasar muchos años para que la situación que describía Engels se invirtiese, para que fuese una de las mayores rarezas la
posibilidad de utilizar de forma masiva y revolucionaria el voto bajo
la reacción monopolista. Por el contrario, la táctica de la ofensiva, de
guerrilla, combinada con las huelgas políticas de masas, cobró gran
impulso, desarrollada por los partidos de nuevo tipo, verdaderamente
bolcheviques. Hoy día el recurso generalizado a lucha armada contra el
imperialismo y el monopolismo, es una de las características más
señaladas del proceso revolucionario, y obliga a los imperialistas a un
retroceder por toda la Tierra.
Tal fenómeno puede explicarse en un contexto diferente de la época de Marx y Engels.
La expansión del capitalismo y la formación del mercado mundial ha dado
lugar a la liberación de amplísimas masas humanas del capitalismo, al
retroceso del colonialismo. El capitalismo ha llegado a su más alto
grado de concentración y parasitismo y su supervivencia significa la
condena de cientos de millones de seres a la más negra y desesperada
miseria, mientras fuerza el despilfarro más monstruoso para unos pocos,
destruye ingentes cantidades de fuerzas productivas en una crisis
económica permanente y en el militarismo desbordado. Lenin así certeramente, la diferencia entre las dos épocas que estamos analizando: La segunda época [la que describía Engels] es
la del completo dominio y la declinación de la burguesía, de transición
de la burguesía progresista al reaccionario, incluso el más
reaccionario capital financiero. La tercera época, que apenas está
comenzando, coloca a la burguesía en la misma posición que ocuparon los
señores feudales durante la primera época (de ascenso feudal). Esta es
la época del imperialismo, de las convulsiones imperialistas y de las
convulsiones producidas por el imperialismo.
Es forzoso,
pues, que bajo el más reaccionario dominio del capital financiero la
táctica del proletariado tenga que cambiar fundamentalmente. Los
oportunistas acostumbran a emplear contra nosotros lo que creen su
argumento definitivo: la famosa obra de Lenin sobre La enfermedad infantil del ‘izquierdismo’ en el comunismo. Pero al igual que como siempre han hecho los revisionistas respecto a Engels, sólo pueden utilizar esa obra de Lenin despojándola
de sus aspectos más importantes y de su espíritu revolucionario vivo.
Las antiguas formas (es decir, las correspondientes a la democracia
burguesa) -decía Lenin-
se han roto, pues resulta que su nuevo contenido -antiproletario,
reaccionario- ha adquirido un desarrollo desmesurado... (debemos)
transformar, vencer y someter todas las formas, no sólo las nuevas, sino
también las antiguas, no para conciliarse con éstas últimas, sino para
saber convertirlas todas, las nuevas y las viejas, en un arma completa,
definitiva e invencible del comunismo.
Así pues,
las formas viejas, no pueden sino supeditarse a las nuevas, a los
métodos de lucha que corresponden a nuestra época, a la época de
decadencia del sistema imperialista. Como hemos demostrado, desde la
muerte de Lenin, las tendencias reaccionarias se han acentuado enormemente y apenas si queda incluso en los países burgueses másdemocráticos un
estrecho margen a las actividades legales o parlamentarias. En el caso
de nuestro país, apenas si hace falta decir que tal margen es
inexistente. Es una pena que los oportunistas no puedan acusarnos de
desviacionesizquierdistas porque nos negamos a utilizar un
parlamento al que sólo tienen acceso los oligarcas designados a dedo y
porque nos negamos a entrar en unos sindicatos manejados por la policía y
que las masas rechazan, y en una legalidad hecha a la medida del
terrorismo fascista. Lenin insistió
mucho en la importancia de utilizar estas instituciones en beneficio
del desarrollo de la organización y de la causa obrera allí donde las
hubiera n influyeran aunque sólo fuera en una minoría de la población.
Pero jamás se le hubiera ocurrido decir que los comunistas tendrían que
trabajar para fortalecerse o para crearlas, por la sencilla razón de que
tales instituciones son producto de la revolución burguesa, se crearon
para servir a la burguesía y para sostener su poder, mientras que la
revolución proletaria avanza y se realiza en lucha abierta contra ellas.
No es el ejército fascista sino las masas quienes deciden los acontecimientos
Todo lo
anteriormente dicho se presenta con particular crudeza en España. Aquí
domina un régimen fascista que, al revés que en otros países, no se
impuso legalmente, sino en el transcurso de una guerra a muerte
de tres años de duración, y que se ha mantenido gracias a un verdadero
estado permanente de guerra contra el pueblo a lo largo de cuarenta
años.
Al llegar aquí volvemos nuevamente a plantear la alternativa que remarcaba Lenin:
¿marchar adelante, agravar las contradicciones, o por el contrario,
atenuarlas? Como vemos el fascismo es la contrarrevolución armada, que
se ha impuesto por las armas, y las sigue empleando sin relajar su
presión sobre el pueblo. En estas condiciones ni hablar se puede de
atenuar las contradicciones. A la opresión y el terror fascista sólo
cabe oponerles la resistencia de las masas con las armas en la mano
hasta la destrucción de su aparato burocrático-militar. Sólo así podrán
ir organizándose las masas hasta llegar a formar un gobierno provisional
democrático-revolucionario que lleve la lucha hasta el final, que
expropie a los monopolistas, instaure una verdadera democracia para el
pueblo. Sólo esto podrá aglutinar a todos los verdaderos antifascistas y
asegurar la victoria.
Nosotros debemos atacar sin contemplaciones aquellas ideas según las cuales el fascismo es demasiado fuerte para vencerlo con las armas, que se debe evitar el terreno del enfrentamiento violento, que es donde el régimen puede aplastarnos o que usar las armas nos lleva inevitablemente al terrorismo individual y a aislarnos de las masas.
Tales argumentos, difundidos intensamente por los revisionistas y demás
oportunistas para desmoralizar y atar las manos a los que están
decididos a luchar y son cada vez más, parten de una misma base y
persiguen un mismo fin. Parten de la desconfianza en la fuerza del
pueblo y en la oposición a su lucha y buscan como objetivo prolongar al
máximo la agonía de los monopolios. Tales ideas son falsas y no nacen de
una actitud proletaria, ni, en consecuencia, de una apreciación
objetiva de la realidad, sino de intereses burgueses y del espíritu de
claudicación ante el fascismo. No es el ejército fascista, sino las
masas quienes deciden los acontecimientos, ni es en definitiva, el
fascismo el que es poderoso, sino la clase obrera y el pueblo.
Nosotros
consideramos que para triunfe el pueblo es indispensable, al mismo
tiempo que se fortalece el Partido de la clase obrera y se impulsa la
unidad popular, desarrollar las fuerzas armadas de la revolución, que
habrán de convertirse, llegado el momento, en un verdadero ejército
popular. Esto que decimos no tiene nada que ver con aquellas formas de guerrilla urbana desclasada que atacaba Lenin oponiéndole la guerrilla proletaria de la insurrección de Moscú: la guerrilla de masas, la ofensiva de masas.
La lucha que
se aproxima tendrá inevitablemente un carácter prolongado. No sólo nos
oponemos a un enemigo que cuenta con un aparato estatal ramificado y
centralizado, con medios relativamente poderosos y un considerable apoyo
imperialismo internacional, sino que indiscutiblemente, está fuera de
toda posibilidad pensar en organizar y educar a las masas dentro de la
legalidad. En otros tiempos democracia burguesa permitía reunir y
organizar a grandes masas poco a poco, hasta que, llegada la ocasión,
fuera posible hacer frente a la reacción y derribar mediante la
insurrección armada el sistema capitalista. Esto ya ha pasado. En
nuestros días, los monopolios no permitirán a las masas concentrar sus
fuerzas ni organizarse, ni se dejarán sorprender por una insurrección
general que estalle en un momento dado. Es más, en las condiciones de
España, si hay algo que el fascismo no va a permitir es algún tipo de
organización mínimamente de la clase obrera y demás sectores populares,
no va a conceder la menor oportunidad en ese sentido. Por eso, aquí solo
cabe la resistencia activa y armada y, por lo que se refiere a la
educación y organización de las masas, sólo puede entenderse el sentido
de demostrar que la lucha armada no sólo es necesaria, sino también
posible y la victoria segura.
Esto exige
aplicar una táctica encaminada a acumular fuerzas mediante golpes
parciales, hasta convertirlos en una verdadera guerra de guerrillas. Si
no se ceja ni se abandonan las armas y nos basamos en nuestras propias
fuerzas, la guerra popular triunfará inevitablemente, porque se trata de
una guerra justa y progresista que ganará el apoyo de las fuerzas de la
paz, de la democracia y el socialismo en el mundo entero. Al mismo
tiempo, la lucha de resistencia de nuestro pueblo hará crecer las llamas
de la lucha revolucionaria en Europa, lo que habrá de proporcionarnos
una gran ayuda.
La reacción
abandonó en España el terreno de la lucha democracia, en la que fue
derrotada por el pueblo, para recurrir al fusil y a la tortura. Ahora
bien, la historia demostrará infaliblemente que también en el terreno
militar el pueblo, dirigido por la clase obrera y su vanguardia, es
infinitamente superior a sus enemigos.
Las masas hacen la revolución. Nuestra tarea consiste en ayudarlas, dirigirlas y encabezarlas en la lucha
Al fascismo
sólo puede vencerlo y destruirlo completamente un movimiento de masas y
revolucionario. Organizar este movimiento es la labor más importante que
tiene que acometer en estos momentos nuestro Partido. Sabemos que, en
las condiciones de nuestro país, eso no resulta fácil. Tendremos que
trabajar duro, desplegar una gran energía y mantenernos en todo momento
unidos a las masas. Pero ante todo, para conseguir los objetivos
propuestos, necesitamos aplicar una táctica y unos métodos justos de
lucha, acordes con la realidad política y con la correlación de fuerzas
que determina la base económica de nuestra sociedad. No seremos nosotros
quienes apoyemos a partidos republicanos dispuestos a pactar
con la monarquía, ni a los proyectos de restaurar partidos
cristiano-fascistas como el de Gil Robles, so pretexto de lademocracia.
Ni tampoco seremos quienes se esfuercen en resucitar la República del
31 como vanamente intentan hacerlo algunos grupos pequeño-burgueses.
No es por
ahí por donde el proletariado revolucionario ha de buscar alianzas, sino
en las amplias masas populares y en aquellos sectores que de verdad se
oponen al fascismo y luchan contra la explotación monopolista, contra la
opresión política, nacional y cultural. A ellos debemos unirnos y
prestarles nuestra ayuda. En esta dirección debemos trabajar sin temor a
la demagogia ni al renovado terror del fascismo y sin que nos confundan
sus maniobras reformistas. La crisis del sistema y el grado de
su descomposición han llegado a tales extremos que incluso cualquier
mejora parcial que hayan de conseguir las masas es inseparable, de
manera inmediata, del proceso general de lucha por la destrucción del
fascismo y la expropiación de los monopolistas. De ahí el que debamos
intensificar a partir de ahora la propaganda y la agitación por nuestros
objetivos políticos y nos esforcemos por reagrupar en un organismo
único las fuerzas que combaten al fascismo. Es el momento de comenzar a
dar los primeros pasos en ese sentido. A tal fin tenemos que prestar
mucha más atención a las organizaciones de masas que se hallan ligadas
al Partido e impulsar la creación de otras nuevas que faciliten nuestro
trabajo en otros sectores de la población. Estas nuevas tareas hemos de
abordarlas ya. Pero sin las precipitaciones y el activismo que
últimamente se han venido observando. Como en anteriores ocasiones hemos
de proceder con método. Estudiar bien las cosas, trazar un plan y
trabajar conforme al mismo. Las organizaciones de masas tienen que ser
verdaderas organizaciones de masas. Y este carácter no se lo va a quitar
el hecho de que sean impulsadas y dirigidas por el Partido. En las
condiciones del fascismo no puede ser de otra manera. Lo que importa es
si realmente están encuadradas en ellas elementos avanzados de las
masas. Lo que no se puede hacer en ningún momento, por muy apremiante
que sea su necesidad, es suplantar esas organizaciones de masas con
militantes del Partido. Esto sólo puede causarnos daño y retrasar el
proceso de formación y desarrollo del movimiento de resistencia popular
antifascista.
Al mismo
tiempo que intensificamos el trabajo entre las masas, hemos de proseguir
la labor de fortalecimiento de nuestro aparato político, dedicando los
hombres y medios necesarios para ello. Un paso importante dado en ese
sentido ha sido la reorganización del CC. En las dos últimos años
nuestro aparato político se ha fortalecido enormemente y se ha hecho
mucho más complejo, Cualquiera podría pensar que este aparato político
es una cosa artificial y sin base alguna, debido al silencio que ha
rodeado nuestra labor. De ser eso cierto es indudable que el fascismo ya
nos habría destruido. Ahora se ha demostrado que eso les va a resultar
imposible conseguirlo. Y les va a resultar imposible porque nuestro
aparato se ha creado y se fortalece continuamente en la lucha más
resuelta contra el fascismo, el monopolismo y todos sus lacayos, y en
estrecha relación con el movimiento revolucionario de masas. Este
aparato ha surgido como una necesidad de la lucha, del duro y
perseverante trabajo de los marxistas-leninistas de España y actualmente
responde a las nuevas y más complejas tareas que tenemos que abordar.
El nuestro
es un aparato político construido conforme al modelo leninista. Es un
aparato rigurosamente centralizado y muy especializado en sus diversas
partes. La especialización es el complemento esencial de la
centralización. El mismo CC es un organismo especializado más dentro del
Partido El bolchevismo en materia de organización, la liquidación de
los métodos artesanos de trabajo, supone, precisamente, la creación de
una organización fuertemente centralizada, en lo que respecta a la
dirección del movimiento, y compuesta de los más diversos tipos de
organizaciones partidarias especializadas en la realización de múltiples
tareas. Sin esa centralización rigurosa de la dirección resultaría
imposible hacer ningún trabajo serio; continuaríamos trabajando como
miserables artesanos, no podríamos nunca llegar a dirigir a las masas ni
enfrentarnos con éxito a las fuerzas de la reacción. Del mismo modo,
una pretendida organización comunista en la que todo el mundo
hace de todo, en la que no están delimitadas las tareas y las
responsabilidades ni existe un justo plan de trabajo, no es sino un
grupo de compadres, mejor o peor avenidos, pero que más tarde o más
temprano termina por disolverse o es arrasado por la policía política.
Nosotros
hemos aprendido esto en carne ajena, y también, en alguna medida, en
nuestra propia carne. Además, la centralización y la división del
trabajo en la actividad revolucionaria es la mejor forma de aplicación
del centralismo y la democracia en nuestras propias filas, para ejercer
la vigilancia revolucionaria, fomentar las iniciativas y llevar a cabo
la lucha ideológica a todos los niveles. Nuestro Partido, pese a las
dificilísimas condiciones en que se ve obligado a trabajar, se puede
decir que es el Partido más dinámico y democrático de cuantos existen y
puedan existir en España. También será el que, pese a todo, adquirirá
mayor fuerza y desarrollo.
Esta
organización del CC comienza a hacerse sentir. La comisión de propaganda
ha tomado directamente en sus manas todo lo que respecta a la dirección
ideológica y al aparato de propaganda del Partido. Por su parte, la
comisión de organización ha tomado igualmente de manera firme en sus
manos todos los hilos de las organizaciones del Partido y, se puede
decir, esta comisión va a ser, comienza a serlo ya, la ejecutora
material de los acuerdos del CC y adoptará todas las medidas que crea
conveniente para ello. La CE coordinará a las otras comisiones y
vigilará por el cumplimiento de los acuerdos de los plenos del CC.
Por este
motivo, a partir de ahora, la función de dicha comisión es mucho más
política. Es por ese motivo por lo que desde este momento proponemos que
adopte la denominación de Comisión Política del CC; dado que esa
denominación se ajusta más a la función de vigilancia y coordinación
entre las otras comisiones que ha de cumplir.
Hemos de
insistir una vez más en la necesidad de combinar, en el trabajo de
dirección, el elemento que podríamos denominar más activo, con aquellos
otros camaradas, pertenecientes al CC, pero que realizan su trabajo
entre las amplias masas y desde allí apoyan a directamente el trabajo de
dirección. Es conveniente resaltar esto porque se ha cometido un grave
error cuando algunos de esos camaradas activos han descalificado de las tareas de dirección a otros camaradas no tan activos,
pero que, sin embargo, son el soporte más firme de la actividad del
Partido entre las grandes masas; son esos camaradas los verdaderos jefes
políticos de las masas y si no les sabemos encuadrar ni les damos su
papel, si procedemos de tal manera que los organismos de dirección estén
compuestos sólo y exclusivamente por profesionales, nos aislaremos de nuestra clase y de las masas, será imposible una buena dirección y causaremos grave daño al movimiento.
Contra el liberalismo, disciplina proletaria
Nosotros
constituimos un Partido político proletario, el Partido de la clase más
consecuentemente revolucionaria, y esto presupone una línea política que
guía todos nuestros actos, una estructura orgánica y una disciplina
consciente. Sin disciplina no podríamos dar ni un solo paso en el camino
de la revolución. Esto está más o menos claro entre nosotros. ¿Pero qué
tipo de disciplina necesitamos? Porque hay muchos tipos de disciplina.
Nosotros necesitamos la disciplina de la fábrica, la disciplina de la
organización y del trabajo organizado que hace levantar al obrero de
madrugada y le obliga a permanecer en la máquina un día y otro y año
tras año porque de ello depende el pan de los suyos y su misma vida.
Sólo que nosotros, militantes comunistas, utilizaremos esta misma
disciplina y la organización del trabajo político para derrumbar el
Estado y el régimen explotador, y crear una nueva vida para todos los
trabajadores.
Hemos de
conseguir que todos los camaradas se penetren de este espíritu de
disciplina proletaria. No es en vano que los clásicos, y la experiencia
de las luchas y de las revoluciones lo ha demostrado, sitúen al
proletariado fabril a la cabeza de todo el movimiento obrero y popular.
Esto no es sólo por el lugar que ocupan en la producción, sino también, y
muy particularmente, por su grado de organización y disciplina casi
militar. Por este motivo, a los camaradas obreros no les resulta difícil
adaptarse a la disciplina del Partido, sino todo lo contrario: se
abrazan a ella como a una tabla de salvación y dan magníficos ejemplos
de sacrificio y de abnegación revolucionarias. En cambio, hay camaradas a
los que les resulta difícil compenetrarse con esta disciplina. Esto es
muy lógico, dado que muchos de ellos no conocen siquiera la vida de los
obreros, ni se preocupan por conocerla. Así que aceptan las normas de
funcionamiento, están organizados, trabajan activamente, pagan la cuata,
etc., porque en nuestras filas no puede haber nadie que no cumpla estas
condiciones. Pero esto no es suficiente. A algunos les sienta la
disciplina del Partido como una camisa de fuerza; se sienten aprisionados por
las obligaciones que les exige el Partido y no son capaces de imponerse
una disciplina en su trabajo. Ni qué decir tiene que eso no es
compartir, conscientemente, la disciplina del Partido. Tienen muy buena
voluntad, pero les cuesta mucho trabajo romper con su pasado,
desprenderse de sus hábitos y concepciones pequeño-burguesas.
Por lo dicho
se comprende que no es suficiente con estar organizados; además de eso,
todo militante debe tener bien definidas sus propias tareas dentro del
organismo en que milita. Además, no es tampoco suficiente con trabajar
activamente; es necesario que la actividad de cada camarada se centre en
las tareas encomendadas, por incómodas o poco vistosas que resulten.
Hay que ser constantes y perseverar en un trabajo, no saltar sin ton ni
son de una cosa a otra, tocarlo todo, picotear todo y no hacer nada en
concreto. Esa forma anárquica, nihilista y poco seria de trabajar
debemos rechazarla y criticarla.
Este estilo
de trabajo se da mucho entre nosotros. Tenemos camaradas que se muestran
muy activos, que se pasan el día atareados, pero que sienten muy poca
inclinación a dar continuidad a ningún trabajo. De esta forma lo
embrollan todo, ni hacen ni dejan hacer a los demás. Y lo peor de todo
es que muchas veces, si el trabajo no marcha bien, se suele atribuir a
las masas lo que no es más que una falta exclusivamente nuestra.
Es cierto
que tenemos que encuadrar a los militantes teniendo en cuenta sus
aptitudes e inclinaciones. Más esto lo hacemos precisamente, pensando en
la especialización y en la continuación del trabajo, no para que cada
uno haga según su capricho lo que a él le parezca que debe hacer en cada
momento. Eso no debemos permitirlo. Por encima de todo están los planes
del Partido, su cumplimiento, guste o no guste hacerlo a algunos
camaradas. Una disciplina que no implique el cumplimiento de los planes y
tareas encomendadas a cada uno, conforme a un plan general, no merece
llamarse disciplina. Eso no es más que liberalismo, degeneración,
anarquía. Preguntad a un obrero si en la fábrica, y aún fuera de ella,
se puede permitir hacer lo que le guste. No, está sujeto para toda la
vida a la disciplina que impone la producción mecanizada y los intereses
del patrón, y no tiene opción a elegir: o se somete o se muere de
hambre. Con más razón todavía necesitamos nosotros, que trabajamos bajo
un continuo fuego enemigo, de esa disciplina y, a decir verdad, ello no
supone ningún sacrificio en lo que tiene de dejar parte de la libertad
individual, si, como decimos, es para emanciparnos y emancipar a toda la
humanidad.
Sólo con una
línea política justa, con la organización y una disciplina férrea,
lograremos vencer a nuestros enemigos. De lo contrario seremos
aplastados por ellos.
Fuente: Antorcha.org
domingo, 20 de abril de 2014
Comunas en el interior de la cárcel.
El primer y más importante problema que enfrentaron los presos del
PCE(r) y de los GRAPO tras su ingreso masivo en prisión a comienzos de
1977, fue el de preservar su condición de presos políticos y llevar una
vida colectiva y organizada en el interior de las cárceles. Era la única
posibilidad de sobrevivir en las duras condiciones que trataban de
imponerles. Dentro de la cárcel, las presas forman la Comuna Carmen
López Sánchez y los presos la Comuna Carlos Marx.
La comunas de presos políticos del PCE(r) y de los GRAPO surgen tras las
primeras detenciones masivas en 1977 en las cárceles de Carabanchel y
Yeserías, con el objetivo de convertir la cárcel en una escuela de
formación política, en un ambiente de trabajo y de disciplina que
permita a los comunistas y antifascistas presos frenar los intentos
carcelarios de sumirles en la ociosidad, la desesperación, y la
degradación que todo presidio impone. Un papel fundamental han
desempeñado siempre la limpieza, la seriedad y el orden, porque la lucha
no acaba con la detención, sino que sólo cambia de forma al llegar a la
cárcel y hay que mantener bien alta la vigilancia y no relajarse,
porque entonces la cárcel devora al recluso.
Se crea un comité dirigente y varias células o comandos, cada uno de
ellos con tareas específicas a desempeñar, dentro de un plan general
trazado por el comité de dirección. Las comunas de presos políticos
expresaban los ideales de sociedad por los que luchaban: solidaridad,
igualdad y propiedad colectiva. Pero no se trataba sólo de poner en
común los recursos de cada cual; no se trataba sólo de unidades de
consumo colectivo, a través de la cuales se repartía la ayuda
proveniente del exterior, sino fundamentalmente unidades de producción.
Por ello, el centro de la actividad de las comunas era el trabajo
productivo, consistente en la fabricación artesanal en lana u otros
materiales, de bolsos, tocas, mantones, bufandas y otros artículos, así
como la confección de tarjetas y carteles con dibujos de contenido
político. El objetivo es la financiación completa de los gastos de toda
la comuna, para evitar que el encarcelamiento suponga un gasto añadido a
las familias.
Por otro lado, por esa vía, se consiguen difundir consignas políticas,
continuar la labor de propaganda y complementar la labor del Partido en
la calle.
Otro de los objetivos fundamentales es el estudio y la discusión
política de todos los militantes, para lo que se fue formando una
biblioteca muy completa, con la ayuda de amigos, de distribuidoras y de
librerías. Los libros sirven de material fundamental para el estudio y
la elaboración de análisis de lo más diversos, no solamente sobre
cuestiones políticas, sino también económicas, culturales, históricas,
etc. Un material de trabajo fundamental es la prensa, que aportan las
visitas de todos los rincones del país, e incluso del extranjero.
También se elaboran murales y dazibaos en los que se resumen las
discusiones o se plantean críticas para sean conocidas por todos.
Sin embargo, no todo es el trabajo; los fines de semana se utilizan para
la expansión y la diversión, especialmente las de carácter colectivo.
Aquí juegan un papel fundamental el aprendizaje de canciones
revolucionarias, los actos culturales, recitales de poesías y
representaciones teatrales, concursos de dibujos, juegos de mesa,
competiciones deportivas, etc.
"Primero
viví la experiencia de la Comuna, algo "muy peligroso", porque nos
permitía estudiar, hacer trabajos manuales para no depender de nuestras
familias, comunicar con más frecuencia (se organizaban autobuses)...
Como digo, era muy peligroso, así que cortaron por lo sano y nos
dispersaron, lo más alejados posible de nuestros familiares y amigos."
Fina García Aramburu.
Fina García Aramburu.
"En
nuestros textos, le dedicábamos especial atención a la situación de la
mujer trabajadora y a la lucha contra la secular opresión que viene
padeciendo, así como a la necesidad de su incorporación a las
Organizaciones que practican la lucha revolucionaria, acto supremo de la
lucha por su emancipación, que se haya inseparablemente unida al
derrocamiento del régimen fascista y la implantación de la nueva
sociedad socialista: Entre otros muchos trabajos elaboramos de manera
colectiva el libro <La mujer en el camino de su emancipación>, que
fue ampliamente difundido en aquel tiempo. La realidad era que la
Comuna y su organización conformaban una plataforma excelente para la
formación de la mujer nueva.
En resumen, mi estancia en la Comuna reforzó mis conocimientos teóricos revolucionarios y determinados aspectos de la práctica de mi militancia; reforzó mi capacidad de resistencia y elevó mi conciencia de que la lucha revolucionaria era fundamental para mi verdadera emancipación como mujer. En suma, la Comuna fue para mí una auténtica escuela de formación comunista.
El ascenso de la represión fascista tenía su punto de mira puesto en la eliminación de las Comunas de los presos políticos. No habría de pasar mucho tiempo para que uno de los gobiernos del GAL felipista aplicara la política de dispersión, que conllevaba su desmantelamiento."
Isabel Aparicio
viernes, 18 de abril de 2014
"Un crimen de Estado" Nueva carta de Manuel Arango sobre el exterminio de Isabel Aparicio.
Cartel Isabel Aparicio (presa política del PCE(r) exterminada en la cárcel
tras una larga enfermedad desatendida)
C.P. Zuera, 8 abril 2014
A la fecha
de hoy, los estudios forenses calificados de preliminares determinan que
el fallecimiento de Isabel Aparicio Sánchez, presa política del PCE(r),
se debió a una “arritmia”, otros médicos, por el contrario, sostienen
que fue infarto de miocardio y alguno también sostiene que fue trombosis
pulmonar o cerebral.
Pues bien,
independientemente de todo ello, lo que está claro es que su
fallecimiento fue el último acto de un proceso de exterminio físico
iniciado tan pronto Isabel fue encarcelada en 2007.
Todo el
mundo sabe que la represión política contra los revolucionarios
encarcelados incide con especial gravedad sobre los enfermos, a los que
se aplica la represión general más el abandono en el terreno sanitario.
Isabel vivió
los últimos 7 años de su vida enfrentada a la represión penitenciaria
y, a la vez, a una política sanitaria repleta de inoperancias,
imposiciones, burocracias criminales y negligencias.
Isabel se
fue muriendo de forma cruel no sólo porque estaba en la cárcel (donde
toda canallada represiva tiene cabida), sino y muy especialmente por su
condición de presa política. Por tanto, el fallecimiento de Isabel fue
un crimen político de Estado.
Las enfermedades de Isabel
Algunas
enfermedades ya las arrastraba de la calle, las menos, pero se agravaron
constantemente al no tener los tratamientos adecuados y por las
condiciones de vida carcelaria. Otras enfermedades surgen en la cárcel y
fueron las más dolorosas.
En una enumeración sumaria se podrían exponer las siguientes enfermedades y problemas físicos:
-La extirpan
los ovarios y otras partes del aparato reproductor sin necesidad y sin
su permiso en 2008, mediante una intervención quirúrgica realizada en el
hospital general de Ávila, alegando que “a su edad ya no los necesita”.
Esta la trajo aparejada graves trastornos y desequilibrios
fisiológicos.
-La
sinusitis crónica la impedía dormir más de 4 horas nocturnas, debido a
la tos que le provocaba; y esto sucedió todos los días durante años. En
la cárcel de Ávila, no la permitieron ni tan siquiera un producto tan
sencillo como el agua de mar, que se adquiere en farmacias sin receta
médica. Nunca la operaron a pesar de su insistencia. Sabíamos ya desde
la calle que solo se atajaría este problema con una operación.
-Tenía dos
hernias discales y un estrechamiento en el conducto medular. Tuvo
dolores constantes y a veces muy elevados, aparte de que su movilidad se
reducía más y más como consecuencias de estas dolencias. No la operaron
en 7 años, aunque se diagnosticó al segundo año de su estancia en
prisión que la única solución eran las intervenciones quirúrgicas. Lo
máximo que se la hizo fueron unas 15 sesiones de fisioterapia ,
consistente en las clásicas “corrientes” como toda solución. Algunos
médicos la recetaban morfina para sus dolores.
-Insuficiencia
pulmonar severa y asma. Lo que la provocaba una situación real de
asfixia y una respiración acelerada. Era tratada con oxígeno con
frecuencia. Llegó a vivir en la cárcel de Ávila situaciones de no poder
absorber oxígeno durante más de un minuto, estando sola en la celda y
por la noche.
-Lesiones en las vértebras cervicales. Ante las cuales solo recibió 7 sesiones de fisioterapia de 10 minutos cada una.
-Flebitis. Lo que la provocaba con frecuencia grandes dolores e hinchazones de piernas.
-Artritis avanzada en las manos y los pies.
-En otro
orden de problemas físicos, los tratamientos con inhaladores la
producían temblores constantes de cabeza y manos. Su capacidad de
moverse se fue reduciendo cada año, andaba muy despacio y apenas podía
cargar pesos por muy pequeños que fuesen.
-Muy tardía intervención quirúrgica de cataratas, y encima la quedaron constantes secuelas.
Evasivas, inoperancia y silencios en estamentos oficiales
Por parte
del JVP (Juez Vigilancia Penitenciaria) y por parte de la dirección de
sanidad penitenciaria han sido durante años las evasivas, el escurrir el
bulto y la inoperancia. Mientras que por parte de los subdirectores
médicos de las prisiones donde estuvo Isabel predominaba la inoperancia,
el descaro insultante o los silencios: no contestaban.
Proceso de investigación en curso
Se han
abierto diligencias nº 1290/14 en el Juzgado nº 9 de los de la ciudad de
Zaragoza, sobre la base de instar un estudio científico de “muestras
cualificadas” de Isabel, por médicos independientes del aparato
judicial, a la vez que se investigan las circunstancias que rodearon el
fallecimiento.
Recabamiento
de mandato judicial en curso para obtener los dossieres médicos de
Isabel en los siguientes hospitales: Hospital General de Ávila, Hospital
Universitario de Salamanca y el Hospital Miguel Servet de Zaragoza. Así
como recabar por mandato judicial los dossieres médicos informatizados
de los centros penitenciarios de Ávila, Topas (Salamanca) y Zuera
(Zaragoza).
Manuel Arango, preso político del PCE(r) y compañero de Isabel.
martes, 15 de abril de 2014
Carta de Manuel Arango sobre el exterminio de Isabel Aparicio.
Cartel Arango denunciando la desatención sanitaria de los presos políticos
Cárcel de Zuera, 6 de abril de 2014
Algunos hechos que rodearon el fallecimiento de Isabel
Han
pasado 5 días desde el fallecimiento de Isabel el día 1 de abril y
todavía estoy muy aislado del exterior, ya que el mismo día 1 agoté las
llamadas que tenía. Pero la solidaridad anónima pudo comunicar lo
sucedido sólo de manera escueta a muy pocos teléfonos de los que
disponía. Se me concedieron 2 llamadas más, 3 días después, pero
vigiladas, de tal manera que se cortarían si atacaba al centro
penitenciario. Igualmente, se me ha denegado mi petición de poder
escribir durante 10 días más de las 2 cartas permitidas a la semana.
El
día 1 de abril, en torno a las 6 de la tarde, me llevan al exterior del
módulo y me comunican que Isabel había fallecido. No sé cómo expresar
lo que estalló dentro de mí; llegué con 8 o 10 funcionarios a la
enfermería de la prisión, allí me recibe un médico y me dice que no se
pudo hacer nada. Se me dice que falleció del corazón.
A
continuación me dicen si quiero ver a Isabel en un recinto para
fallecidos. Les digo que sí, pero que no quiero que nadie esté conmigo y
que se cierren completamente las puertas tras de mí.
Estuve
con ella un tiempo que no puedo precisar. Abracé su cuerpo no sé cuanto
tiempo mientras hablaba en voz muy alta y gritaba de todo sin parar.
Gritos políticos y gritos personales. La dije lo que haría mientras
acariciaba su rostro. Salí de aquel recinto donde quedaba mi camarada
eterna y mi maravillosa compañera sentimental, de la cual seguía
profundamente enamorado a mis 65 años desde que decidimos unir nuestras
vidas hacía 24 años en la clandestinidad en Francia.
Al
día siguiente, muy poco después de abrir mi celda, cuando no hacía ni
15 horas del fallecimiento de Isabel, se me dice entre varios
funcionarios y una mujer vestida de civil que tengo 2 minutos para
decidir si prefiero enterramiento o cremación. Les digo que todo me es
nuevo, que no sé nada de mi familia ni de la Isabel y que mientras no
hable con mi abogado no decido nada. Quiero recordar, en medio de
aquella confusión de gentes, que se me dice: que todo estaba claro y que
no tengo nada que esperar.
Envío
al director del centro una instancia con el siguiente texto: “Por el
derecho que me otorga el ser esposo de la fallecida Isabel María
Aparicio Sánchez, no doy permiso para su enterramiento o cremación, en
tanto no disponga yo en mi poder el estudio forense que determine la
causa de su fallecimiento; así como exijo hablar con mi abogado por si
se viese necesario hacer un contraestudio. Por tanto, me niego a que sea
enterrada o incinerada sin antes determinar las causas de su
fallecimiento”. 2 de abril.
Un tiempo después envié el mismo texto al Juzgado de Guardia de Zaragoza.
Por
otra parte y en medio de una situación de aislamiento del exterior por
las causas que he mencionado, voy sabiendo que Isabel se desplomó de la
silla donde estaba y que en suelo aún estaba con vida. También supe que
algún doctor sostenía que no había sido un infarto, sino trombosis
cerebral o pulmonar.
Me
dicen que tengo que recoger todas las pertenencias de Isabel. Hace
tiempo que sólo puedo cargar con muy poco peso, por lo cual algunos
presos de mi módulo por solidaridad me suben a diario a mi celda las
bolsas de mis libros y el material de trabajo. En su celda recojo todo
ordenadamente ayudado por otros presos del módulo carcelario donde
estoy. Todo pasaría a un almacén de ingresos, excepto una bolsa de
papeles que no quería que quedase sin mi control. Quería llevarme más,
pero creo que no se podía. Todavía estaba en su mesa un texto político
que estábamos trabajando, había cajas de trabajos manuales en
preparación, su pequeña bandera de la República Popular y pequeños
mensajes revolucionarios en el corcho. La celda de Isabel era una celda
de trabajo: carpetas, libros, dibujos, etc.
Seguí
sin saber nada de nadie, hasta que viene el hijo de Isabel y me dice
que el examen muestra que fue infarto de miocardio y que no sabían
cuando la llevarían a Madrid después de la incineración. Mientras tanto,
supe que el abogado había demandado que se abrieran diligencias de
investigación en el Juzgado nº 9 de Zaragoza, lo cual conllevaba
proseguir el trabajo forense a través de algunas muestras básicas, lo
que no impedía consumar la cremación. Todo fue un conjunto de hechos
aceleradamente encadenados.
El
día 4 me llevan a la funcionaria municipal de Torrero en Zaragoza. En
una sala estaban en un rincón, en silencio, una serie de personas que
debían de ser de la familia de Isabel. A mí me sitúan esposado y
flanqueado por la policía en el extremo opuesto de la sala. Allí estuve
unos 2 minutos y exigí ver a Isabel. La policía me lleva hasta el
féretro, coloqué mis manos esposadas en el sudario de Isabel y después
levanté mis dos puños hacia lo alto. La policía me sacó de la sala. El
dolor total y el odio total hacia todos mis enemigos de clase me
acompañaron en la soledad del furgón policial en el retorno a la
prisión.
Habían pasado algo más de tres días desde que me habían comunicado el fallecimiento de Isabel.
La solidaridad
En
estos cinco días he recibido innumerables muestras de solidaridad de
todo tipo y procedencia de la calle. También he logrado saber que mis
ancianos padres han recibido bastantes muestras de solidaridad.
En
la prisión de Zuera he recibido la solidaridad de los compañeros vascos
y una buena cantidad de cartas y mensajes de apoyo. Del módulo
carcelario donde se encontraba Isabel recibí unos folios con 60 firmas
con 60 pequeñas frases, una sola de esas pequeñas frases lo podría
resumir todo: “Isabel era muy buena mujer”. En mi módulo, con todo el
mundo en pie, se expuso la figura revolucionaria de Isabel.
Se consumó el exterminio físico
No
sé si Isabel falleció de infarto de miocardio, trombosis, etc, pero lo
que sí sé, y eso debe quedar muy claro, es que su fallecimiento fue el
último acto de un proceso de exterminio físico que comenzó tan pronto
fue encarcelada en el año 2007.
Isabel
vivió sus últimos 7 años de vida sufriendo la política represiva
penitenciaria, manifestada en múltiples formas: sufrió la indefensión,
el abandono o en su caso las negligencias en el terreno
médico-sanitario. Isabel se fue muriendo de forma cruel no sólo porque
estaba en la cárcel, sino y muy especialmente porque era una presa
política. Por tanto, el fallecimiento de Isabel fue un crimen político
de Estado.
En
los últimos tiempos, Isabel apenas podía andar (caminaba muy despacito)
y sus bolsas eran transportadas solidariamente por otras presas.
Siempre estaba cansada, a veces agotada; seguía durmiendo como máximo 4 o
5 horas al día (y eso durante años) debido a la sinusitis crónica;
tenía dolores bastante intensos en la columna vertebral y en las piernas
(que se le hinchaban); sus dedos de los pies eran “ovillos”, y un largo
etcétera de graves problemas físicos que han sido denunciados
públicamente en estos años.
Las
muy numerosas cartas de Isabel contienen pasajes constantes de su
martirio físico, mientras que las fotografías que lograba hacerse cada
año son una clamorosa denuncia gráfica del deterioro físico galopante
que sufría.
Entre
otros muchos textos de denuncia que hicimos Isabel y yo en estos años,
voy a recoger unos pasajes de un comunicado denuncia que realicé
exactamente hace poco más de un año, en marzo de 2013, y en el cual ya
alertaba del acelerado exterminio físico que estaba sufriendo Isabel.
“Recientemente,
a mi compañera sentimental, Isabel Aparicio, la tuvieron que llevar a
la enfermería de la prisión (Zuera) en la que se encuentra para
suministrarle, en dos días consecutivos, varias sesiones de un
broncodilatador combinado con oxígeno, debido a que el aire que absorbía
era tan escaso que sentía una sensación real de asfixia y la privaba de
las fuerzas suficientes para realizar, de manera normal, hasta las
tareas más cotidianas.
Esta situación, que se ha ido agravando paulatinamente, viene produciéndose desde hace mucho tiempo.
Hace más de dos años, estando en la cárcel de Brieva, ya tuvieron que suministrarle oxígeno (…)
Esto
por una parte, por otra, se encuentra la inoperancia o abandono
sanitario que viene sufriendo durante años por su sinusitis crónica, lo
que agrava continuamente todo el funcionamiento respiratorio y provoca
que pase una gran parte de las noches despierta; no consigue dormir más
de dos horas seguidas, la tos y el bloqueo de las vías respiratorias
traen aparejado la interrupción del sueño y le obligan a levantarse
durante mucho tiempo hasta que consigue restablecer la respiración.
Junto
a todo ello, se encuentran los graves problemas de columna vertebral.
Los de la zona lumbar le vienen produciendo durante años fuertes dolores
que se van intensificando, provocándole una movilidad cada vez más
reducida y la pérdida de fuerza en las piernas. La realidad es que hace
tiempo que tendría que haber sido operada de dos hernias discales y del
estrechamiento del conducto medular. (…)
De
las lesiones que padece en las cervicales sólo ha recibido en unos
cuantos años 7 sesiones de rehabilitación de 10 minutos cada una;
mientras tanto, sus manos y su cabeza tiemblan continuamente de manera
cada vez más ostensible e incontrolada. (…)
Los
diversos actos de protesta realizados, los numerosos recursos
judiciales ante el juez de vigilancia penitenciaria, así como las
advertencias y denuncias ante la dirección sanitaria de prisiones, no
han podido detener esta dinámica de exterminio.
Todo
el mundo sabe que la represión política contra los revolucionarios
encarcelados incide con especial gravedad sobre los enfermos, a los que
se aplica la represión general más el abandono y la indefensión en el
terreno sanitario.
Por
tanto, la salvaguarda de la vida y la salud de los presos políticos,
como siempre, depende de la resistencia y las luchas populares.”
Una lucha en primera línea
La
política de dispersión y aislamiento, las medidas restrictivas y las
prohibiciones, las represalias de diverso tipo, etc. conforman el campo
de batalla donde se encuentran los revolucionarios encarcelados, entre
ellos los militantes del PCE(r) y los guerrilleros de los GRAPO.
Frente
al enemigo tenemos las armas de las convicciones revolucionarias, la
dignidad proletaria, la total confianza en la victoria revolucionaria,
el estudio y el trabajo multifacético organizado. Con estas armas, y con
el apoyo de las organizaciones revolucionarias y de solidaridad en la
calle, así como con el apoyo de los trabajadores, luchamos en las
prisiones los revolucionarios. Es una lucha en primera línea de combate,
una lucha a vida o muerte en no pocas ocasiones y constante siempre.
Isabel mantuvo, a la vez, una lucha en dos frentes:
Contra
la política represiva carcelaria y una lucha contra el dolor y su
deterioro físico, en medio de la indefensión. Estas son verdades
irrefutables.
Además, Isabel redactaba textos, estudiaba, dibujaba y hacía trabajos manuales con escasos medios.
Así vivió Isabel en prisión hasta el último día de su vida.
Una mujer comunista
Cumplió
60 años en febrero y desde los 18, en tiempos de Franco, participó en
la lucha revolucionaria. Fue militante de de la OMLE (Organización
Marxista Leninista de España), la organización que creó las bases para
la reconstitución en el PCE(r) en 1975, del cual Isabel fue militante
hasta su fallecimiento. Fue también guerrillera de los GRAPO.
Podría
indicar muchos aspectos de Isabel, pero ante todo era una comunista
convencida, trabajadora tenaz y de corazón aguerrido. Era transparente,
expansiva y jovial, era, en suma, la alegría de vivir.
Para
finalizar este texto, realizado por mi parte bajo unas condiciones
difíciles, recogeré algunos pasajes de su biografía política, realizada
en estos años.
“En nuestros textos en la Comuna -de cuando Isabel estuvo presa en los años 80- le
dedicábamos especial atención a la situación de la mujer trabajadora y a
la lucha contra la secular opresión que viene padeciendo, así como a la
necesidad de su incorporación a las Organizaciones que practican la
lucha revolucionaria, acto supremo de la lucha por su emancipación, que
se haya inseparablemente unida al derrocamiento del régimen fascista y
la implantación de la nueva sociedad socialista”
“La
principal experiencia que trasmito como militante comunista es que
tengo la clara conciencia de que nuestro Partido es indestructible: La
justeza de nuestra Línea Política, nuestra rica y extensa teoría
revolucionaria de vanguardia y cerca de 40 años de experiencias
prácticas revolucionarias en primera línea de combate son baluartes
inexpugnables”.
Mi llamamiento
Animo
con todas mis fuerzas a que todos los actos que se realicen en memoria
de Isabel sean actos de compromiso de lucha y de compromiso
organizativo. Y a ti,
trabajadora anónima, a la que no conozco, te animo a que des un paso al
frente y luches por tus derechos y por tu futuro con todo lo que puedas.
Fuente: Presos.org.es
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